En 2011, los ecologistas conductuales Alexander Wilson y Jens Krause observaban un grupo de ballenas (Physeter macrocephalus) cuando vieron algo inesperado: un delfín adulto mular nadaba junto a los cachalotes. Y en realidad no sólo nadaba, sino que se frotaba contra sus grandes compañeros, en una especie de cariños y jugarretas. Los grandes cetáceos toleraban, y en algunos casos correspondían, el aparente afecto del delfín nariz de botella.
El fenómeno de amistad interespecies no es algo común, aunque tampoco del todo raro. Conocidos son los casos de Koko, un gorila, y su adorable gato llamado All Ball; y el compañerismo entre un hipopótamo llamado Owen y una tortuga gigante llamada Mzee en un parque natural de Kenia.
Estas alianzas a veces se forman con fines de protección mutua o para prácticas de caza más eficientes; aunque según especulan los científicos, quizás existan fines sociales más amplios.
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Y quizás ese sea el caso cuando se trata de ballenas y delfines. Debido a que este delfín tenía una deformidad en su curvatura espinal -defecto de nacimiento posiblemente- es probable que le haya sido muy difícil nadar junto a su manada, por lo que quizás fue alienado por los de sus especie. Los cachalotes, sin embargo, nadan más lento y en general dejan “niñeras” cuidando a sus crías mientras los adultos van a bucear por alimentos. Estas dos situaciones podrían haber conducido a que se forjara un vínculo entre el delfín y los cachalotes.
Como sea, las muestras de amistad son evidentes.
Fuente: This Pod of Sperm Whales Would Like to Teach You a Lesson About Humanity (The Atlantic)