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HidroAysén: Sobrino-nieto del ex Presidente Aylwin narra injustificadas agresiones de Carabineros

La siguiente es una carta abierta escrita por el joven estudiante de Letras en la Pontifica Universidad Católica de Chile, Cristóbal Aylwin M., sobrino-nieto del ex-Presidente de la República, Patricio Aylwin, en la cual narra el agresivo e injustificado trato de las fuerzas policiales ante las manifestaciones en la capital contra el mega proyecto Hidroaysén.

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“El día 9 de mayo asistí, al igual que más de 6.000 chilenos, a manifestar mi doloroso rechazo a la aprobación del megaproyecto Hidroaysén. Tal como la gran mayoría, tomé una actitud pacífica para hacer uso de uno de mis derechos como ciudadano, el de la libre expresión. Las fuerzas policiales desde el comienzo se mostraron violentas: intentaron desintegrar, con lacrimógenas y guanacos, a la masa protestante cuando la marcha no llevaba más de veinte minutos. Pero la unidad estaba declarada, pues la gente que realmente quería hacer públicas su rabia y su vergüenza frente a la triste vejación de nuestro patrimonio se las arregló para llegar hasta La Moneda (desde Plaza Italia). Y en esa zona franca del control policial pasó lo de siempre: la violencia de las cobardes autoridades instando al desorden, el grupo desintegrándose miedoso y confundido. Y las clásicas detenciones, dentro de ellos yo. Estando en el Paseo Bulnes, a diez metros de la calle Zenteno, fui acorralado por dos camiones y recibí el fuerte chorro de agua de ambos. Debido a la inmovilidad que generó lo anterior me agarraron tres carabineros, tirándome el pelo y dándome lumazos en las costillas, para llevarme a un control de detención. Este trámite prometía ser una diligencia burocrática que no duraría más de 2 ó 3 horas, según sostuvieron los policías de la 3º Comisaría de Santiago. Sin embargo, la lentitud del proceso y la ignorancia de los mismos efectivos hicieron que la detención se extendiese considerablemente. Así, nos mantuvieron a los sesenta detenidos en un galpón abierto, separados por barreras metálicas y desprovistos de comida, agua, abrigo y, por sobre todo, una explicación razonable de por qué estábamos ahí. En el parte policial se afirmaba que habíamos sido capturados por impedir el tránsito vehicular (¡en Bulnes!) y por referirnos de manera grosera y prepotente a las autoridades. No obstante, ciertos policías nos informaron que el fiscal Francisco Bravo buscaba culpables de desórdenes graves y agresiones a funcionarios de fuerzas especiales. Por lo tanto, se nos informó recién a las 3.00 AM aprox. que seríamos juzgados en el Centro de Justicia de Santiago, lugar al que nos llevarían a las 8.00 AM. Entretanto, dejaron libres a veinte de los sesenta presos, quedando cuarenta imputados de un modo increíblemente arbitrario.

En el Centro, el tratamiento que recibimos por parte de los gendarmes fue injustificado, absurdo y violento. Nos trataron como delincuentes. A mí, por ejemplo, me encerraron en un calabozo con imputados por narcotráfico, violencia intrafamilar y robo con intimidación. De esta manera, tanto en el trato de Gendarmería como en la incansable necesidad del Fiscal de juzgarnos, pudimos apreciar que para este Gobierno un protestante es un tipo de delincuente; alguien que merece ser desnudado, esposado y humillado. A pesar de aquello, en el juicio el defensor público, Irwin Rodríguez, logró demostrar que faltaban pruebas para poder inculparnos de desórdenes públicos, de modo que se concluyó que nuestra detención fue ilegal. No debimos haber vivido eso, no debimos haber pasado la noche mojados, con frío y sin comida. No debimos haber sido maltratados física y psicológicamente. Todo lo anterior el sistema judicial chileno lo considera un “error administrativo”. Y los policías y los gendarmes que hicieron abuso de su autoridad quedarán impunes.

Me interesa con esta carta entregar dos mensajes. En primer lugar, el Gobierno de Sebastián Piñera, especialmente desde el Ministerio comandado por Rodrigo Hinzpeter, está poniendo en práctica políticas abusivas y represivas. Buscan presos para armar escándalos mediáticos en que el protestante queda como un delincuente, pues para esta nueva manera de gobernar merece estar preso quien tiene una postura ideológica distinta a la suya (bastante similar a la idea que tengo de la lógica pinochetista). Uno de los policías que nos vigiló en la Tercera Comisaría nos dijo que antes, en los gobiernos de la Concertación, la orden de Interior consistía en desarmar la masa protestante, tirar gases y chorros de agua con tal de hacer que se disolviera la marcha. Sin embargo, en esta era Piñera-Hinzpeter los mandatos son otros: quieren presos, quieren delincuentes, quieren que la gente tenga miedo de ir a expresar su opinión a la vía pública. Quieren un número exacto de detenidos para difundir en los medios, en base a datos no comprobados, que hay “antisociales” causando desmanes.

En vista de lo anterior, quiero invitar a todos los ciudadanos que están descontentos con la decisión tomada el lunes 9 de mayo a seguir manifestando su repudio. Puede que en las noticias digan que las protestas terminan siendo manchadas por encapuchados. Pero nosotros tenemos la conciencia limpia. Nosotros sabemos que no debemos responder con esa violencia propia de los policías y los políticos. Citando a Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”, quiero hacer un llamado a la política nacional y a la ciudadanía a pronunciarse de manera respetuosa y consecuente. Nada justifica el trato que nos dieron una vez detenidos. Nada justifica que nos encierren con narcotraficantes si es que no se ha probado que somos delincuentes. Nada justifica que nos tomen detenidos cuando estamos ejerciendo nuestro derecho a expresarnos libremente. Por eso condeno y denuncio a las autoridades que nos detuvieron y procesaron. E invito a los ciudadanos a seguir luchando por nuestros pensamientos. Esto no puede seguir pasando en Chile. Trabajemos todos juntos por fortalecer nuestra democracia.”

Cristóbal Aylwin Miranda

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