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Estrenan documental del Frente de Liberación de la Tierra

Durante la actual edición del Festival de Cine de Sundance, realizado en el estado de Utah, el realizador estadounidense Marshall Curry presentó su documental “If a tree falls” (si se derriba un árbol), en el que cuenta la historia de Daniel McGowan, uno de los más importantes activistas de la anárquica organización internacional ‘Frente de Liberación de la Tierra’ (ELF, por sus siglas en inglés).

Este frente apareció en Inglaterra por el año ’92 como una fracción de la organización “Earth First!”, que se decidió por la acción directa no-violenta. EF! había nacido en Estados Unidos, pero tenía centenares de militantes en el Reino Unido hacia el ’90. Dos años más tarde, cuando se decidieron por la no-violencia, se escindió el ELF y se expandió rápidamente por Europa, volviendo a Norteamérica y reclutando a cientos de militantes y miles de adherentes.

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A finales de los ‘90, el Frente de Liberación de la Tierra cometió una serie de atentados en territorio estadounidense, con lo que se ganaron la calificación de ‘eco terroristas’. Uno de los más importantes fue la destrucción total de un centro de esquí de 12 millones de dólares en Vail, Colorado, al que le prendieron fuego acusándolos de destruir el último hábitat del lince del colorado.

Cabe mencionar que esta organización no tiene un comando central que aúne las luchas alrededor del mundo, sino que funciona por células locales o incluso personales, fomentando la llamada ‘guerrilla urbana’, pero sólo en contra de empresas y/o industrias que dañen el medio ambiente. Además, en los atentados, que suelen ser incendiarios, tienen siempre la preocupación de no poner en riesgo la vida de ningún animal, incluyendo humanos.

El documental muestra el desarrollo de la organización en los Estados Unidos, pero también muestra que después de los (auto)atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, el Estado norteamericano dejó de tratar a los militantes como simples delincuentes y comenzó a considerarlos criminales extremistas. Antes del atentado, los cargos eran “degradación” o “incendio criminal”, pero después, las investigaciones las dirigió el FBI bajo la calificación de terroristas.

Según el director del documental, el problema es la gran cantidad de recursos que el gobierno estadounidense destinó a la lucha contra el terrorismo, y con tanta plata, comenzaron a considerarse terrorismo muchas cosas. Por esto mismo, el grupo se radicalizó aun más y los atentados se volvieron más violentos.

“Creo que es una historia de frustración, el sentimiento de que la democracia no sigue los deseos de la población, la frustración de ver que las manifestaciones y las cartas no sirven para nada, y la rabia de ver que el gobierno utiliza a veces la violencia en contra de las manifestaciones no-violentas”, afirmó el director.

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