En el programa de televisión peruano «Punto Final», la modelo dijo que había acudido confiada donde una cosmetóloga que también había inyectado a una amiga, y con muy buenos resultados aparentes.
«Decidí aumentarme el trasero después de una sacada de vuelta, porque quería verme mejor. Entonces fui al lugar donde mi amiga se había puesto, ahí había una señora que supuestamente era buena gente y la verdad que cuando me lo puso, pensé que había quedado bien y me gustó», contó la peruana.
Sin embargo, el panorama cambió radicalmente cuando cinco años después de la intervención, notó un cambio en su figura. «Una parte de mi piel estaba cambiando y se había migrado a mi pierna, ahí fue cuando decidí ir a un especialista», agregó.
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El especialista tratante, declaró al mismo programa que, «la biopsia y el estudio de la muestra han demostrado que lo que le pusieron fue un polímero, que es silicona industrial, conocido como aceite de avión, porque es el lubricante que se usa en las turbinas de los aviones».
La peor parte, es que este tipo de intervenciones causan tantas lesiones en la piel, que es imposible revertir el resultado. «Había partes necrosadas, una parte muerta, el aceite había tapado las arterias, las venas y los capilares, y había dejado una zona sin irrigación sanguínea, sin sangre. Esto no tiene cura, nunca se va a ir del cuerpo. Tiene metales pesados, sustancias potencialmente cancerígenas».
La peruana afirmó que no podrá volver a usar bikini, y que está muy avergonzada con lo sucedido, pero que pese a ello, decidió hacer público su caso para que otras mujeres no vuelvan a caer en manos de inescrupulosos.