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El lenguaje en la cama

La creadora de la primera escuela de sexo en Argentina e intensa mujer del país de Gardel, Paola Kullock debuta en Belelú para enseñarnos todo lo que necesitamos saber para tener un mundo cargado de placer ¡Bienvenida!

Hace poco más de un mes les presentábamos a la osada masajista profesional y creadora de la primera escuela de sexo en Argentina, Paola Kulloc, y hoy, esta intensa mujer del país de Gardel, debuta en Belelú para enseñarnos todo lo que necesitamos saber para tener un mundo cargado de placer ¡Bienvenida!

Hay cuatro tipos bàsicos de personas en la cama, con respecto a hablar o no:

1) La mudita o el mudito…

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Ese personaje que sólo sabemos que está arriba nuestro porque nos pesa. Muchas veces son personas que compartieron o comparten espacios pequeños con familiares o hijos. Con las paredes “de papel” hay que acostumbrarse, no queda otra. Generalmente cuando están en un hotel son más expresivos… ¡A menos que se hayan acostumbrado demasiado!

También están los que dicen: “Te estoy sintiendo, no necesito decir nada…” o “Te tenés que dar cuenta de lo que me pasa… ¿No me oìs suspirar antes de terminar?”. Lo que nos obliga, encima, a verificar los cambios de respiración para ver por dónde andan…

¡¡¡Algunos gemidos o signos de placer definitivamente no vienen mal!!!

2) La romàntica o el romántico…

Son los que “hacen el amor”, ponen velas y mùsica suave, hablan de tus senos como “las chicas” y de “dale un besito al amigo”. Los que te acarician suavemente y pueden estar horas rozandote apenitas… ¡El codo! Son los que te miran a los ojos.

Son maravilosos porque te hacen sentir que les importas, que les gustás, te dicen cosas preciosas… Pero que a veces se equivocan… y dicen que: “SOLO” “HACEN EL AMOR”.  Y entonces…. te la están metiendo por atrás a lo bestia, diciéndote: “que linda que sos”… (en un tono que no se condice con el acto) O por ejemplo, te estàn partiendo contra una pared y te dicen “te amo”. Incluso, cuando estás ya a punto de tener el orgasmo, sentada arriba de ellos y moviéndote a tu ritmo, te pasan el dorso de la mano por la cara con expresión de perrito apaleado y caida de ojos y vos pensás “¡Noooooo, ternura no!, ¡¡¡¡¡¡Ahora noooooo!!!!!”

3) La guarra o el guarro…

Un clásico “chupame la…”, “Vení que te parto el….” o “Sos mi pu….”
Dentro de esos, hay para todos los gustos, están los que suman y están los que se van de mambo…. ¿Debo aclarar a qué me refiero?
Están los que se mandan de una con las groserías desde el primer día sin medir con quién están o qué le gusta a la otra persona y están los que aprecian una palabra bien puesta en el momento justo.

4) La que le gusta contar o que le cuenten historias….

Ahí la sexualidad cambia completamente, empieza a trabajar el cerebro y el cuerpo no es nada más que un complemento (si quedan dudas lo aclaro, pero los que lo hacen saben a qué me refiero).

Esas historias o “fantasías” enriquecen a mil por ciento el sexo y hacen que la unión sea mas fuerte, siempre y cuando ambos estén “en la misma frecuencia”.

Todas estas formas son combinables entre sí, según el momento y la situación, aunque a veces, (como me ha pasado) cueste entender ¿Cómo podés estar “haciendo el amor” mientras estás teniendo sexo salvaje y apasionado y fantaseando con cosas picantes? Tardé años de estar y hablar con esa persona hasta que se dio cuenta.

El Lenguaje del Sexo

¡Es importantísimo!

Por ejemplo, un “pitilín” no puede agarrarte contra la pared, cogerte y un “garrote” y ser suave y tierno. Las palabras tienen un valor especial, dichas en la cama o en ciertas condiciones previas al juego erótico o al acto sexual.

El lenguaje condiciona

Las palabras pueden erotizarnos o sacarnos totalmente de clima, de acuerdo al contenido, al tono en que se dicen y al momento en el que se dicen.

¡Cuidado con el uso de los diminutivos!

“¡Qué lindas tetitas que tenés!” puede ser una frase nada feliz, y entonces, la mujer en cuestión le dirá a su pareja: -“¡Yo tengo tetas! no tetitas. Del tamaño que sean, pero ¡las mías son tetas!-.”O ella diciéndole a él “Esa cosita linda que tenés ahí”, hablando del pene ¡No!

¿Y si probamos con otro término mas sexy?

“¡Que lindos huevitos, uhhhhh!” y los tocamos con simpatía mientras lo decimos. Oh, oh… y entonces, después creemos que no les gusta que lo toquemos en esa zona. Claro, que así ¡no va a gustarles!

Otras expresiones…

“¿Querés que te pase la plumita por todo el cuerpito?”

-“No gracias, eso no me calienta… pero si hablamos de que deslices la pluma por mi cuerpo…” ¡Me entusiasma bastante más!-

“Compré un aceitito para hacerte un masajito”
-“¡No! ¡Por favor! ¡No soy un bebé!”-

Buscá las palabras que te eroticen, que te calienten. Así como es bueno saber lo que no nos gusta, también es bárbaro saber lo que sí nos gusta.

El lenguaje, como dije antes, es muy importante a la hora del sexo. Entonces, buscá esas palabras que te gustan tanto y que activan en vos un calor especial. Conocer lo que te calienta, es conocerte un poco más también, y saber pedir en el momento adecuado lo que querés.

No es lo mismo: “Dale, la puntita, porfi” que “¡Vení que te parto al medio, trola!”
No es lo mismo: “Dale puta” que “Dale putita”
Por cierto, no es lo mismo que le permitas que te diga puta dentro de la cama…o que te diga lo mismo afuera.

Ninguna palabra o frase va a estar mal, siempre y cuando, los estimule a ambos.

Algunas frases o palabras van a sonar bien en tu oído y otras te parecerán fuera de lugar o dichas en el momento equivocado. Pero cuando compartís con tu hombre un lenguaje similar, que les guste a los dos, se siente como si descubrieras un mundo nuevo, ¡Porque empezás a estimular el cerebro! Y el cerebro es, precisamente, el órgano sexual más importante.

Y así, como es muy molesto que el señor en cuestión se la pase preguntando: “¿Te gusta?, ¿Así está bien?, ¿seguro? Mirá que si no cambio…” , todo el tiempo, un hombre gentil o una mujer que manejen las sutilezas del lenguaje, serán sin dudas muy bien recordados.

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