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Más del 75% de la violencia en Ecuador es psicológica: la alerta que la DEVIF pide no seguir ignorando

En Ecuador, más del 75% de las denuncias por violencia corresponden a agresiones psicológicas. La DEVIF advierte que la cifra real es aún mayor y llama a no normalizar conductas como el control, las amenazas o la “ley del hielo”, que deterioran la salud mental.

Marcha del 25N en Ecuador
Marcha del 25N en Ecuador (API)

En Ecuador, la violencia de género sigue siendo una herida profunda que atraviesa hogares, relaciones y generaciones completas. Pero también es un problema que podemos enfrentar con información, acción y valentía. Así lo recuerda el Capitán Darío Arciniega, miembro de la Unidad Nacional de Investigación contra la Violencia de Género y del Grupo Familiar (DEVIF), quien cada día trabaja con víctimas, policías y comunidades para prevenir, identificar y detener los ciclos de agresión.

La cifra que domina: más del 75% de denuncias son por violencia psicológica

Aunque la violencia física suele ser la más visible, en Ecuador es la violencia psicológica la que ocupa el primer lugar. Más del 75% de las denuncias registradas corresponden a gritos, insultos, amenazas, control, humillaciones o formas más sutiles como la “ley del hielo”.

Arciniega advierte que esta cifra no refleja la realidad completa, porque existe una “cifra negra” enorme: personas que aún no denuncian por miedo, vergüenza o dependencia emocional y económica. Pese a ello, el registro ya es alarmante.

“Muchas veces se confunden ciertas conductas como parte de la vida en pareja, y no: cuando hay control, manipulación o intimidación, hay violencia”, explica.


Con más denuncias: Guayaquil, Quito y Manabí

A nivel nacional, dos ciudades y una provincia concentran la mayor cantidad de reportes:

  • Guayaquil: más de 11.000 denuncias.
  • Quito: más de 9.000 denuncias.
  • Manabí: alrededor de 4.300 denuncias.

Estas cifras demuestran que, aunque la violencia ocurre en todo el país, las grandes ciudades y provincias costeras muestran un volumen especialmente alto. No obstante, la DEVIF recuerda que en zonas rurales y comunidades pequeñas el subregistro es aún mayor.

¿Cómo denunciar? El camino hacia la protección

Toda persona que viva o presencie un hecho de violencia puede denunciar. El procedimiento es directo: acudir a cualquier Fiscalía, juez multicompetente, juez especializado, o a autoridades administrativas como tenencias políticas, comisarías nacionales o juntas de protección de derechos.

El objetivo inicial es activar medidas de protección, que pueden incluir:

  • Orden de alejamiento
  • Boleta de auxilio
  • Prohibición de actos de persecución o intimidación
  • Restricciones de contacto

“Las medidas buscan detener la violencia desde el primer momento”, enfatiza Arciniega.

¿Qué es violencia psicológica? Más allá del daño invisible

El Capitán ofrece ejemplos claros: gritos, insultos, amenazas, humillaciones, vigilancia, control de amistades o vestimenta, impedir hablar con la familia, manipulación emocional o la silenciosa ley del hielo. Cualquier acción que desgaste emocionalmente a la víctima constituye violencia.

Una afectación psicológica puede ser leve, grave o muy grave, y siempre requiere atención profesional. “Si no se trata, la salud mental se deteriora”, señala el especialista.

No solo las parejas: quiénes pueden ser denunciados

La violencia intrafamiliar, explica Arciniega, no se limita a relaciones de pareja. También incluye:

  • Hermanas/os
  • Padres
  • Parientes con convivencia
  • Vínculos afectivos
  • Noviazgo
  • Cohabitación

Por eso es común que existan denuncias contra padres, hermanos o familiares cercanos.

El rol de la Policía: acompañar, contener y proteger

El personal de la DEVIF está capacitado en habilidades blandas para atender a víctimas que llegan en shock, miedo o confusión. Su función es ejecutar diligencias ordenadas por Fiscalía o jueces, notificar medidas de protección, entregar boletas de auxilio y acompañar el proceso.

“Estamos entrenados para ser los primeros interventores. Nuestra prioridad es la seguridad emocional y física de la víctima”, dice.

El violentómetro: una herramienta para no normalizar la violencia

Arciniega insiste en que la violencia escala: empieza como “bromas hirientes”, luego empujones, luego agresiones más severas. El violentómetro ayuda a identificar esas señales tempranas. Por eso es vital denunciar incluso lo que parece “pequeño”.

“El gran problema es normalizar. La violencia siempre crece”, advierte.

       

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