Con el clima frío de septiembre en Ecuador, no es extraño que muchas estén enfermando, y cuando un resfriado te atrapa, dormir se convierte en un lujo que parece imposible. Tos, congestión y dolor de garganta, todo conspira para mantenerte despierto.
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Descansar es clave y más si estas enferma. Cuando duermes, tu cuerpo combate el virus, se regenera y te regresa a tu mejor versión. Aquí te va cómo lograrlo, paso a paso, con menos incomodidad.
Una bebida que abraza tu garganta
Imagina una taza humeante de té sin cafeína, miel y limón. No solo es sabor, es una caricia interna. Las infusiones como manzanilla, jengibre o menta ayudan a calmar la garganta mientras el vapor libera tus vías respiratorias.
Esta es una buena elección si lo tomas uno o dos tercios de hora antes de acostarte para no interrumpir tus noches con viajes al baño.

Eleva tu cabeza, libera tus pulmones
Dormir apoyado, con unas almohadas extra, inclinando la cabeza un poco, es práctico si te encuentras enferma. Esa elevación ligera evita que la mucosidad se acumule en la garganta y que la tos te despierte a medianoche. Este es un pequeño ajuste que puede marcar la diferencia así que vale la pena intentarlo.

Vapor y humedad: cual mini spa en tu habitación
Un baño o ducha tibia antes de acostarse no sólo relaja los músculos y calma los sentidos, sino que el vapor abrirá tus conductos nasales. Si te es posible, acompáñalo con un humidificador en la habitación para mantener el aire húmedo; esto suaviza irritaciones y favorece respirar sin esfuerzo. Eso sí, si vas a usar el aparato, límpialo seguido para evitar el moho.

Desaparece el alcohol y la cafeína
Aunque una copa pueda hacerte cabecear, alcohol y cafeína tienen truco: alteran el sueño profundo, deshidratan y aumentan la congestión. Mejor apuesta por líquidos suaves, agua, infusiones e inclusos caldos. Es mejor evitar cualquier estimulante si estas cerca de la hora de dormir.
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El ambiente ideal: fresco, oscuro y tranquilo
Tu habitación debe ser tu santuario curativo. Que esté un poco fresca (no congelada), lo justo para que tu cuerpo baje su temperatura y puedas dormir bien. Apaga la luz fuerte, reduce ruidos, evita cables, pantallas y notificaciones que interrumpan el modo descanso.

Gárgaras, descongestionantes y spray nasal
Si la garganta duele, una gárgara con agua salada antes de acostarte puede calmar bastante. Si la nariz está obstruida, un lavado nasal con spray salino o descongestionante (usado moderadamente) te permitirá respirar mejor; es este sentido, los parches nasales que se adhieren al puente nasal también pueden ayudar.

Medicamentos o remedios de apoyo
Si la congestión, el dolor de cabeza, la fiebre o la tos te impiden dormir, medicamentos de venta libre pueden ayudar: descongestionantes nasales, analgésicos como ibuprofeno o paracetamol, jarabes para la tos. Eso sí, siempre lee las instrucciones, no mezcles sin saber, y si los síntomas persisten, consulta con un profesional.

Sueño reparador
Tu cuerpo está trabajando horas extras así que dale el descanso que pide, si puedes dormir de día una siesta ligera, hazlo. Escucha tu cuerpo. Descarta forzarte si aún te sientes débil y permite que tu organismo repare sin prisas y recuerda que cada noche que duermas mejor, será un paso de victoria contra el virus.

Si estas enferma, opta por hacer de cada noche una ceremonia de cuidado, prepara la habitación, bebe algo cálido y ajusta tus almohadas. Al final, dormir bien no es solo descansar, es sanar y recargar para volver con más vida. Si sigues estos pasos, pronto esa tos que te despertaba dejará de molestar, la garganta arderá menos, y tu cuerpo recuperará su ritmo.