Esta serie animada es un acto de resistencia cultural y una apuesta por visibilizar la cosmovisión kichwa desde una narrativa fresca, moderna y profundamente artística. Este anime, completamente en kichwa, marca un hito en la producción audiovisual del Ecuador.
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En su centro está Aya, un joven guerrero que no lucha con espadas ni poderes mágicos, sino con instrumentos musicales que activan la memoria ancestral. Su escenario es Chupacha una dimensión espiritual donde los dioses andinos caminan entre montañas y tradiciones.
En sus capítulos de 40 minutos cada uno, se puede sentir la fuerza del viento de la sierra, los colores del poncho, el ritmo musical y la sabiduría ancestral.

Jóvenes que cuentan su mundo en su idioma
Detrás de Yay Animation hay doce jóvenes kichwahablantes de la comunidad Hatun Rumi, Otavalo, quienes decidieron unir arte, lengua y tecnología para narrar historias propias desde su cosmovisión. Su objetivo es claro, revitalizar el idioma kichwa y proyectar su cultura a nivel internacional.
Uno de los pilares del proyecto es Yuyak Chiza, diseñador de personajes, quien estudió en Quito y soñó con ver en pantalla historias donde los protagonistas no sean héroes importados, sino hijos de las montañas, con anacos, alpargatas y sombreros que honran su linaje.
Así mismo, se cuenta con la participación de Nina Yamberla, una niña de apenas 11 años que da voz a uno de los personajes del anime, marcando un buen inicio para esta pequeña que sueña con ser actriz.

El kichwa como lenguaje del futuro
Lejos de ser un proyecto cerrado, AYA somos es la semilla de algo más grande. Yay Animation quiere trabajar en un largometraje completamente en kichwa, que esperan estrenar el próximo año. Su meta es llegar a festivales internacionales y demostrar que el idioma ancestral también puede brillar con luz propia en la animación digital.
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Este anime está disponible en las cuentas oficiales de Yay Animation, y es una invitación a mirar con nuevos ojos una cultura milenaria que ahora también se mueve entre píxeles, ritmo y resistencia.
“AYA somos” no solo es un anime. Es una declaración de orgullo, de arte y de futuro. Es la prueba de que cuando los jóvenes se conectan con su historia, pueden crear mundos tan mágicos como los que alguna vez soñaron de niños, pero esta vez, en su idioma, con sus colores y desde su montaña.