Un artesano que crea con historia, manos y memoria
Pablo Jacho Topón no fabrica instrumentos musicales, los construye desde el alma. A sus 39 años, ha sido galardonado por el Centro Iberoamericano de Artesanías y Artes Populares, con la Medalla CIDAP 2024, el mayor reconocimiento iberoamericano al oficio artesanal, por su trabajo en la categoría Tradición. Pero más allá del premio, su historia conmueve porque habla de raíces, familia, identidad y resistencia cultural.
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“No me reconozco solo como lutier. Soy un constructor del sonido”, afirma con la serenidad de quien sabe que su labor no es solo técnica, sino profundamente simbólica. Aunque el término lutier remite a quien fabrica instrumentos de cuerda, su trabajo va mucho más allá de esa definición europea.
Pablo talla, moldea, experimenta y reinventa sonidos que narran siglos de historia y tradición. Desde hace más de una década, sus manos dan forma a la memoria.
Cuando los instrumentos son también relatos
Madera, cuero, arcilla, los materiales que Pablo elige para crear sus instrumentos no son casuales, cada uno guarda una carga simbólica y una conexión con lo ancestral. Sus creaciones incluyen instrumentos desaparecidos, redescubiertos o reinventados a partir de saberes milenarios. Algunos existían antes de la colonia; otros son inéditos, como salidos de un sueño.
En cada uno de ellos resuena algo más que notas musicales. Resuena la memoria de su padre, quien fabricaba flautas andinas, la herencia de sus tíos carpinteros, las enseñanzas de su madre artesana.
“Cada instrumento que construyo nace de mis necesidades musicales, de mi historia familiar. Soy el resultado de esas generaciones”, explica. Y en ese linaje, la música se convierte en una forma de pertenencia.

Una exposición que se escucha con el corazón
La oportunidad perfecta para descubrir su universo sonoro llega este agosto con “Construir el Sonido”, su exposición más grande hasta la fecha. Del 1 al 29 de agosto, en la Fundación Iglesia de la Compañía de Jesús, en el Centro Histórico de Quito, el público podrá ver y escuchar más de 40 instrumentos construidos íntegramente por él. La muestra es gratuita y estará abierta del primero al 29 de agosto de 10h00 a 18h00.
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El recorrido estará dividido en cuatro secciones. Se encontrará los Sonidos de otras tierras, con instrumentos inspirados en África y Europa; los Sonidos de raíz, una celebración de la sonoridad americana; el Sonido sincrético, donde las tradiciones indígenas y europeas dialogan y se funden; e incluso Innovaciones sonoras, una muestra de formas y sonidos nunca antes escuchados.
Cada espacio propone una experiencia sensorial, en donde no solo se trata de ver objetos hermosos, el objetivo es escuchar la historia desde perspectivas nuevas.

Instrumentos que tocan la historia
Entre las piezas más memorables está la réplica de una vihuela del siglo XVII, inspirada en la que habría utilizado Santa Marianita de Jesús. Este instrumento, meticulosamente estudiado y reconstruido, será donado a la Iglesia de la Compañía como un acto de memoria colectiva.
Otra joya de la muestra es el bandolín más grande del mundo con cinco metros de alto, quince cuerdas, y una sonoridad que, en palabras de Pablo, “suena a Ecuador”. Esta pieza monumental es también un manifiesto de amor por el país y por sus tradiciones musicales.

El sueño de una escuela que construya futuro
Aunque Pablo estudió una diplomatura en lutería, su verdadera formación ha sido el territorio, la escucha activa y el diálogo con las culturas vivas.
Desde su Taller Laboratorio Pablo, en Quito, ha convertido su oficio en una propuesta pedagógica, artística y social. Allí no solo se fabrican instrumentos, se investiga, se documenta y se revive lo que parecía olvidado.
Silbatos nasales brasileños, cerámicas sonoras prehispánicas, tambores turcos fabricados por primera vez en Ecuador, cada creación es una puerta a otras formas de ver y sentir el mundo.
Y todo este conocimiento, Pablo sueña con compartirlo a través de la primera escuela de construcción del sonido en Ecuador. Un espacio donde niñas, niños, jóvenes y adultos puedan aprender a hacer música desde las manos, desde el alma y desde su propia historia.
Abriendo caminos
“Este oficio se está perdiendo”, dice Pablo, sin dramatismo, pero con la claridad de quien mira al futuro con responsabilidad. “Mi objetivo es que no desaparezca. Que cada niño, joven o adulto sepa que existe un ecuatoriano que puede construir todo esto. Que no solo afuera sucede la magia”.
Y quizás por eso su trabajo emociona tanto. Porque nos recuerda que la verdadera artesanía no está solo en el objeto terminado, sino en el acto de crear con sentido, con raíces y con amor. Pablo Jacho Topón no solo construye instrumentos, construye el sonido. Y con él, un puente vivo entre lo que fuimos y lo que aún podemos llegar a ser.