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Luli Trujillo y cómo la agresión por parte de un fiscal en vivo puso foco a todas las carencias feministas

La periodista Luli Trujillo, en una entrevista en directo con un fiscal es el perfecto ejemplo de lo que falta por avanzar en el feminismo.

El jueves 6 de agosto, la conductora de C5N, Lucila Trujillo ‘Luli’, se enfrentó al que probablemente fue uno de los momentos más complicados en su carrera.

Trujillo, inició una charla en vivo con el fiscal Santiago Terán.

Este comenzó exponiendo que todas las mujeres deberían llevar un arma para protegerse de sus agresores.

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Además de preguntarle si estaba casada, un enfurecido Terán trató por la fuerza y sus gritos, plantearle a la comunicadora su propuesta.

La periodista, cuestionó esta opinión, lo que produjo un descargo de ira y agresión verbal por parte de Terán.

«Imaginate, que lo único que tienes para salvarte es un arma, la usás o no la usás?»

Luli, trató de contestar que «una mujer no debería tener un arma» pero el fiscal comenzó a hostigarla, obligándole prácticamente a que respondiera, mediante gritos.

«¿Elegí, ¿lo matás o te mata? Sé sincera con vos misma. Elegí»; insistía y añadió que ella con él no se las iba a dar de «torita».

La actitud de Trujillo, fue impecable. Se mantuvo firme en todo momento y se defendió sin levantar la voz ni un decibelio.

«¿Sabe lo que pasa doctor? Entiendo que usted como representante de la Justicia lo último que podría hacer ante una mujer violentada es preguntarle eso porque de esa manera está decidiendo que la que tiene que pelear por su vida y la que tiene que arriesgar y gatillar un arma es una mujer víctima de violencia de género y eso no corresponde».

La periodista, cuando culminó el momento, recibió un gran aplauso de apoyo por parte de sus compañeros.

«Uno no es muy consciente de cómo actúa cuando hace un vivo en televisión, una a veces se olvida de que está siendo vista por tanta gente y uno hace de su profesionalismo lo mas importante. No se por qué actué desde esa manera, entiendo que era porque estaba en mi lugar de trabajo y me sentía segura, pero estaba super nerviosa y no  sé que me llevó a no trastabillar o a no decir las palabras inadecuadas, fueron un conjunto de cosas que hicieron que no me largase a llorar ni a cortar el teléfono», explicó Trujillo este lunes a Nueva Mujer.

Por otro lado, la profesional agregó que podría haber llorado o perdido la compostura y que tampoco habría pasado nada, porque hay «ciertas herramientas que se pueden usar en algunos momentos» pero ante todo, somos personas humanas.

Trujillo agradeció a sus compañeros, con quien asegura mantener una excelente relación y admite que se sintió «segura» en parte, porque estaba en su ambiente de trabajo.

El comportamiento de Terán, quien no le ha pedido perdón a la periodista, ha originado que el Fiscal General de Neuquén, Jose Gerez, solicite un pedido de enjuiciamiento.

Asimismo, Gerez  si contactó con Luli para pedirle disculpas en nombre de la fiscalía de la ciudad patagónica.

Trujillo es consciente de que su juventud fue parte de lo que causase esa absoluta falta de respeto por Terán, quien además dijo su nombre tres veces mal.

«Seguramente si yo tuviese 30 años de exposición en la en televisión o fuese o famosa, no habría reaccionado de esa manera, se dieron graves componentes y él sintió que siendo un fiscal tenía poder paras hacer eso», opina la periodista.

Las mujeres poco a poco, nos estamos abriendo a profesiones que en su momento eran consideradas «solo de hombres», como informática, ingeniería o en el caso de periodismo, muchas trabajan en la sección política y económica, pero como bien señaló María O’Donnell en una entrevista también con Nueva Mujer, es muy difícil que alcancemos puestos de directivos.

Eso hace pensar que tenemos que dar las gracias por habernos adentrado en un mundo de hombres y tomar la mano de nuestro mentor.

A las mujeres, especialmente a las que no han cumplido los 40, se las infantiliza, se las humilla, se las trata con una postura incluso enternecedora, en el mejor de los casos, como si admirasen los esfuerzos de una hormiga por transportar ella sola una hoja más grande de lo normal.

El caso de Luli no es algo novedoso. Pasa todos los días, en distintos ámbitos. En discusiones, donde muchos hombres adoptan una actitud paternalista y de ahí viene «déjame que te explique», como bien escribió Rebeca Solnit en su libro Los hombres me explican cosas.

La periodista ha logrado que se visibilice con un foco digno de interrogatorio, las carencias y lo que falta por avanzar en el feminismo.

«Lo del jueves fue tan fácil llevar de la teoría a la práctica, fue tan fácil de comprender, me parece que era como cuando te cuentan un cuento infantil y te lo explican. Se hablan de reformas judiciales, ‘ahí tenés’, se hablan de capacitaciones con perspectiva de género ‘ahi tenés’, y se habla de feminismo e igual», asevera la coomunicadora quien asegura que sin haberse asido al feminismo en ese momento no habría sabido como reaccionar.

Ahora se pone en jaque Argentina, un país donde asesinan a una mujer cada 29 horas, pero el problema de feminismo, en mayor o menor grado es global.

Existen las manadas, como en el caso de España, que violan en grupo a una chica de 18 años y todavía piensan que la relación fue consentida, hecho que los jueces disculpan calificándolo como «abuso» hasta que la presión social les hizo dictar sentencia de violadores.

Existen esos señores que te preguntan en las entrevistas si estás casada o vives con alguien.

Existen esos hombres que, ahora más temerosos ante la oleada feminista, no se atreven a abrir sus fauces, pero sí comentarán con un compañero que las mujeres ahora accedemos a puestos de trabajo por ser mujeres.

Existen esos individuos que tienen cargo directivo y entre sus currículums, seleccionan el de las mujeres que les parecen más lindas, para hacerles acudir a una entrevista y, si su estrategia de protector es invisibilizada, luego les escriben (sin pensar en contratarlas).

Existen esos hombres que se dan palmaditas y tienen «esas» conversaciones entre ellos, y a las mujeres las excluyen, aún sin ser conscientes.

Existen esos hombres que hablan de sexo en un grupo mixto, y que se callan cuando una mujer hace lo mismo.

Pero también existen las mujeres empoderadas, mujeres que defienden su trabajo, mujeres conscientes, mujeres a las que el feminismo les ha hecho lo más importante: Amarse a sí mismas y saber decir no, en todos los aspectos.

Hay una brecha muy grande. Como bien dijo Trujillo «los micromachismos» son lo más difícil de detectar.

Es como esa motita de polvo que te molesta en las gafas, pero no te impide seguir viendo.

Afortunadamente, casos como el de esta periodista, consiguen poner en jaque a la sociedad, y permitir, que poco a poco, se avance como esa hormiguita con su hoja grande de más.

 

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