Por: Lux Lancheros @luxandlan*
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Yo no soy el target ni de Luisa W, ni Daniela Ospina, grandes influencers en este país (sería bueno analizar por qué más allá del juicio fácil de que hay muchos brutos y muy pocos inteligentes). La estética de las dos me parece homogénea y predecible y perfecta para un país homogéneo y predecible si se habla de estilo. Sus contenidos tampoco no son lo suficientemente interesantes para mí.
También sé que el morbo y contar algo repleto de escándalo y drama, así como leerlo u oírlo, es una práctica viejísima. Pero estos relatos han cambiado, más en esta última época, en la que las mujeres han sido violentadas cuando son protagonistas. Esto pasó por ejemplo con Jennifer Aniston, por años la «boba pobrecita» del trío que conformaba con Brad Pitt y Angelina Jolie, la «malvada rompehogares». El tipo ahí, bien, gracias.
Todos los tres han dado muestras de que esos imaginarios no tenían nada que ver con la realidad y mucho se ha escrito para replantear esa consecuencia tan amarga del estrellato: apoderarnos de las vidas de los famosos para juzgarlas como nuestras. ¿Con qué derecho, sabiendo que todos hacemos exactamente lo mismo?
Pero en Colombia, lastimosamente, meterse en la vida del otro es un «papayazo» importante para violentarlo.
Si en el mundo pasó con Ingrid Bergman, embarazada de Roberto Rosellinni estando casada con otro y con Jordyn Woods, que por meterse con la pareja de una de las Kardashian fue «exiliada» de su imperio, en este país, donde sí es un deporte meterse incluso con los cuerpos, palabras y vidas del otro porque no hay nada mejor que hacer, lo de estas dos se lleva a niveles folclóricos. ¿Qué nos quita, nos pone meter a Daniela y a Luisa W en el mismo papel de «viudas negras» , objetos de burla y críticas por simplemente haber superado sus rupturas con otra pareja? ¿No hacen eso las mujeres, los hombres? ¿Incluso no lo hacen algunos cuando su pareja está a su lado?
Ya crezcan, que no es para tanto. Lo hace mucha gente.
¿Por qué se revuelcan en esos señalamientos de villorrio? ¿Para qué? Ellas van a llorar a lo Woody Harrelson en «Zombieland», con fajos de billetes con sus comentarios . Y es porque ustedes las siguen haciendo famosas. Y a costa de repetir los mismos papeles misóginos de las «rameras horribles que superaron a los ex porque no se escondieron decentemente», porque claro, 2019 no es 1863.
Ahora, a mí tampoco me cae bien la W ni Ospina. Pero no ando dándoles mi atención. Es demasiado valiosa para eso.
Ya crezcan, que no es para tanto. Lo hace mucha gente.
Porque si tanto las detestan (porque detestar a un famoso es una ocupación provechosa, vamos), pues no las vean. No hablen de ellas. No les den views. Cada interacción que tienen con sus cuentas hace que ellas tengan más presencia en redes sociales. Ellas viven de la parafernalia: ¿pues qué hacen ustedes alimentándola?
Ya quisiera yo que Freddie Mercury se me apareciera en forma de grillo para tener videos de miles de vistas y millones de seguidores, pero me figuró que solo se aparecerá en mi canal de Youtube y la única canción que lanzaré en su honor será «Seven Seas of Rhye» en la ducha. A Luisa W le pasó todo lo contrario. Y ustedes odiándola mientras ella sigue viendo sus clicks, tomando champaña cara mientras todo pasa .
También quisiera yo tener un ex genio del deporte que me construyó la fama para luego yo seguir sola. No, me tocó lidiar con los mismos pendejos que a ustedes. Pero a Daniela le funcionó. Y ustedes odiándola mientras ella construye su emporio de ropa deportiva.
Revisen mejor por qué la siguen: ellas ya superaron a su s ex. Usted puede superarlas a ellas y en las redes hay gente mil veces más interesante.
*Las opiniones de la columnista no representan las del portal*
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