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La polémica detrás de las denuncias #MeToo en México

El movimiento #MeToo en México ha llegado a niveles inesperados

El movimiento #Metoo en México marcó tendencia en Twitter la semana pasada luego de que un grupo de mujeres denunciara haber sido víctimas de acoso por parte de Herson Barona, editor de la revista Tierra Adentro.  Al poco tiempo pasaron a ser cientos de denuncias que se englobaron en el hashtag #MeTooEscritoresMexicanos, haciendo referencia al abuso y acoso por parte de reconocidos autores y editores en el país.

A esto se sumaron cientos de mensajes denunciando a editores de revista, periodistas, académicos, abogados, políticos, médicos, fotógrafos y hasta músicos, lo que dio paso a que se crearan cuentas especificando el entorno en el que se presentó la agresión.

Miles de mujeres dejaron sus testimonios así como el nombre y apellido de su agresor. Mientras que algunas  algunas de estas denuncias tienen cara, otras fueron de manera anónima y otras, en tercera persona.

El movimiento trató de seguir lineamientos específicos como cuando se gestó en Estados Unidos. Sin embargo, un caso desvió la atención y encendió una nueva alerta: el suicidio de Armando Vega Gil, bajista y fundador de la agrupación musical Botellita de Jerez, quien fue señalado como responsable de un posible abuso sexual en la campaña #MeTooMusicosMexicanos.

Entre asombro, incredulidad y rabia, el Internet quedó divido, despertando una nueva oleada que desvía por completo la causa del #MeToo.

Y es que parece que la situación se ha convertido en una guerra de sexos entre las mujeres que dicen que «Armando Gil merecía ese castigo por ser un agresor» y los hombres que llaman «locas, mitómanas y asesinas» por hacer denuncias que dañan la integridad de otros.

Aquí hay varias situaciones. La primera es que el caso de Vega Gil no debe quedarse en que «era culpable y por eso se suicidó» ni tampoco asumir que eso fue lo que le hizo tomar la decisión o que quien lo escribió es culpable. Ante un suicidio NADIE es culpable. La mente de un suicida es compleja y difícil de entender. Por ello, no se puede juzgar ni señalar la muerte del músico. Por otro lado, los hombres deben entender que esto NO se trata de un tema «de mujeres» y que ellos también puedes ser víctimas y aliados de la causa, que las burlas y agresiones los suman al problema y que lo único que se pide es empatía y silencio si no hay nada bueno que decir. Y sí, así como hay hombres que agreden, entre mujeres también hay linchamientos y cómplices.   

No se trata de dividir a la sociedad, ni crear odio contra los hombres ni minimizar a las mujeres ni comparar un suicidio con una violación o un feminicidio. Todo es gravísimo y todo pone a la sociedad a pender de un hilo. En ambos géneros hay culpables e inocentes, agresores y víctimas.

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Los usuarios de las redes sociales se han convertido en jueces y verdugos de todos. La libertas de expresión es un arma de doble filo. En un mundo ideal, son las instituciones quienes deben juzgar y castigar al que hace daño y las denuncias deben ser con pruebas, nombre y rostro. Cada quien es responsable de lo que publica.

 

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