Chile

Escuela Amaranta Gómez: Un espacio seguro para niños y niñas trans

En un barrio de Ñuñoa se encuentra un lugar único en Chile: la Escuela Amaranta Gómez, un proyecto escolar que acoge a niñas y niños trans. Partió en 2018 con seis estudiantes, pero ahora recibirá a más de 30 en su segundo año de actividad.

Al final de la calle Sócrates, en la junta de vecinos de la Villa Olímpica de Ñuñoa, funciona la Escuela Amaranta Gómez de la Fundación Selenna. Abrió sus puertas en abril de 2018, con tan sólo seis niñas y niños trans.

La iniciativa fue impulsada por Ximena Maturana, coordinadora del establecimiento, y Evelyn Silva, directora de la fundación, quienes vieron la necesidad de un espacio para acoger a niños y niñas excluidos del sistema educacional por discriminación, o la falta de capacitación de la comunidad escolar.

Fue así como en una sala, con una pizarra blanca en la que se lee la palabra “Bienvenides”, trabajos manuales que se hicieron durante el año, la bandera que representa a la comunidad trans con los colores celeste, rosado y blanco decorando las paredes, comenzó a operar el establecimiento que hoy se prepara para iniciar el año escolar con más de 30 estudiantes.

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Las dinámicas de las clases son más horizontales y menos rígidas que en los colegios convencionales, pues el foco se encuentra en que los profesores o profesoras actúen como facilitadores del aprendizaje. Participan niños y niñas, desde los seis a los 18 años, comparten el aula, trabajan en círculo o juntan todas las mesas para impartir lenguaje, matemática, ciencias, historia e inglés, además de talleres como yoga.

El proyecto contempla una mirada transversal e inclusiva de la educación, por ejemplo, en lugar de hablar de “genitales ”, se habla de “cuerpos gestantes”, además en todos los ramos se discute sobre estereotipos de género.

Un modelo replicable

Ximena Maturana, abogada y madre de dos niñas, llegó a la fundación con su hija mayor, Ángela, de 14 años, luego de que iniciara su proceso de transición a los doce. Como mamá, debió enfrentarse a los cuestionamientos de las personas de su círculo, lo que la llevó a investigar y documentarse con la finalidad de enseñar y educar con propiedad. “Ahora se habla de esto por la Ley de Identidad de Género, pero hace tres años nadie lo comentaba”, dice.

La actual coordinadora de la Escuela Amaranta Gómez comenzó a interiorizarse en la situación que vivía su hija, pero finalmente terminó dedicándose a tiempo completo a la organización que vela por proteger y acompañar a la infancia transgénero.

Hasta 2017, Ángela estuvo en un colegio tradicional, pero, a un mes de su tránsito en el establecimiento, vino la discriminación.

“Se tuvo que quedar en la casa porque no encontrábamos otro colegio, hasta que se nos ocurrió desarrollar la Escuela Amaranta Gómez con otros niños y niñas que acuden a la fundación”, cuenta.

Desde su formación, la escuela ha sido visitada por entidades como América Solidaria, organizaciones de Perú, Venezuela, México, Estados Unidos y Argentina. “Sería fantástico que este modelo se replicara en otros lugares”, revela Ximena.

No basta con la matrícula

A días de la vuelta a clases, junto con la incertidumbre de conocer a nuevos compañeros y compañeras, profesores y profesoras, la directora de la fundación cuenta que su hija, Selenna, cursará este año Quinto Básico en un nuevo colegio luego de que en 2018 tuviera que cambiarla debido a situaciones entre los apoderados.

“Las organizaciones de la comunidad LGBTI capacitan a profesores y alumnos, pero qué pasa con los padres y madres”, se pregunta, y continúa: “¿Qué hace un niño si en la escuela le hablan de ser buen compañero, pero en la casa le dicen que no se junte con mi hija, que no vaya al baño con ella, o que no la invite a su cumpleaños? Yo no tolero ningún tipo de discriminación”.

Desde comprar mochila, lápices y otros útiles escolares, entre las preocupaciones de Evelyn también se suman temas cotidianos que cada institución debería ser capaz de resolver: “Va a Quinto Básico y es probable que a alguna de sus compañeras le llegue la menstruación, pero a ella no. ¿Cómo se va a conversar eso?”, plantea.

Selenna es autoexigente, mantiene un promedio 6,8 y le dice a su mamá que “no se le puede olvidar nada”. Para Evelyn esto tiene que ver con la lucha personal de su hija. “No deja espacio a error y que alguien le diga algo, pero creo que la discriminación más terrible es la silenciosa, que no te digan nada, pero que te observen y hablen a tus espaldas”, explica.

Según cuenta Evelyn, hasta la fundación han llegado niños y niñas muy dañados por el bullying.

“No falta quien dice ‘oye, pero si el colegio te aceptó, ¿qué más querí’?’. Por eso se necesitan más espacios educativos, como nuestra escuela, hasta que se vean reales cambios socioculturales”.

Avances legales y visibilidad

En noviembre de 2018 se aprobó la Ley de Identidad de Género luego de cinco años de trámites en el Congreso, y que permitirá cambiar el sexo registral a niños, jóvenes y adultos mayores de 14 años. Si bien, la normativa significa un hito histórico para la comunidad trans, todavía quedan tareas pendientes. Evelyn Silva, directora de la fundación, opina sobre este tema.

¿Te parece que la nueva ley significó un avance?

Es bueno, pero no suficiente. La ley es expedita. Da 15 días para que los jueces dicten la resolución, pero no quedó del todo zanjado.

¿Qué pasará con los menores de 14 años?

Se supone que habrá un reglamento, pero todavía no se sabe en qué va a consistir. Esperamos que proteja a nuestros niños y niñas, que entregue acompañamiento y que puedan hacer valer el derecho de que se respete su nombre social hasta concretar el cambio registral.

¿Cómo ves el panorama en Latinoamérica?

La mejor ley hasta ahora es la de Uruguay. En Argentina también está reglamentado el cambio registral, de hecho, no hay límite de edad, pero cuesta hacerla valer, porque existe mucha transfobia. El lema de la fundación es “Si me ves, existo”, porque, si no mostramos esta realidad, cómo vamos a avanzar como sociedad.

¿Cuál crees que es la clave para propiciar los cambios?

Cuando mi hija empezó su transición, entendí que la infancia en general está abandonada en Chile, por eso siempre digo que ser trans es una cualidad. Pienso que hay que entregarles herramientas a nuestros hijos e hijas, para que sean autónomos, y también es importante visibilizar este tema hasta el cansancio, porque siempre va a haber alguien que no ha escuchado de él.


La madre de Eva, de Silvia Ferreri

A modo de monólogo comienza la primera novela de la escritora italiana Silvia Ferreri, La madre de Eva (2017), de Edicola Ediciones, que cuenta la historia de un cambio de género, pero la protagonista es la mamá. Según la legislación en Italia, el cambio de sexo se realiza antes de la reasignación de identidad, sin embargo, se espera que esta normativa se adapte a los tiempos actuales.

La propia autora comentó con Nueva Mujer las motivaciones que la llevaron a situar al centro del relato el rol materno. “Quise contar la parábola de la vida de una madre que ve su vida atravesada por una situación compleja y muy difícil, sus sentimientos, su dolor, su agonía y su amor”.

A lo largo del texto, se puede empatizar con los sentimientos de la madre, dejando de manifiesto que quien vive la transición podría ser un hijo, una hija, un hermano o hermana.

Para la autora de La madre de Eva, “este libro hace reflexionar a quienes jamás han reflexionado sobre este tema”. De hecho, un joven en proceso de cambio de género le escribió para agradecer por el material: “Me dijo que se fue de viaje y dejó el libro a la vista para que su mamá lo viera. De algún modo, funciona como una carta que une a las personas y las conecta”.


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