Por: Luz Lancheros, @luxandlan*
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En países con dirigentes deportivos decentes, con un poco de ética y respetabilidad, los abusadores y acosadores son aprehendidos por la justicia y son condenados. Eso pasó con Larry Nassar, quien por años fue doctor de las deportistas de la Federación de Gimnasia Estadounidense: abusó y tocó de forma inapropiada a gimnastas de todo tipo, incluidas a las grandes estrellas del país, como Simone Biles, Gaby Douglas y Aly Raisman, entre otras. La institución tuvo que disculparse al ignorar por años este crimen, que pasó en sus propias narices. Y sobre todo cuando el equipo olímpico tuvo victorias apabullantes tanto en Londres 2012 como en Río 2016 y también fama planetaria. A tanto llegó todo, que la institución tuvo que declararse en bancarrota para enfrentar las más de 350 demandas de deportistas que no fueron protegidas de este depredador sexual mientras estuvo en activo.
Pero esto no debería suceder solo cuando hay una liga fuerte y competitiva y un sistema de justicia que más o menos funciona: el acoso y el abuso no deberían ser tolerados de ninguna manera en ninguna institución de ningún tipo. Menos en el deporte, donde supuestamente hemos alcanzado algo de igualdad. Pero parece que para los anacrónicos, sexistas, machistas y cobardes dirigentes de la Federación Colombiana de Fútbol, las jugadoras solo son pedazos de carne que deben callarse, que deben pagar precios estrambóticos por sus propias camisetas y que en ningún momento deben ganar lo mismo que los hombres. Y que cuando denuncian este tipo de situaciones, es mejor anularlas como deportistas y como personas. Es repugnante, claro, pero más fácil para ellos no dejarlas jugar solamente porque no se ciñen al silencio, que ha sido una herramienta tan eficaz de sobrevivencia para muchas mujeres colombianas que no quieren ser lapidadas ni revictimizadas cuando les pasa esto.
Es más fácil callarlas quitándoles su único talento, porque no se atreven a reconocerse como lo que son: unos cerdos cobardes que no entienden que en esta época las mujeres ya no van a callarse más ante los encubrimientos institucionales. Por más que les pese.
Pero realmente no se puede esperar nada de los directivos que están manejando este proceso con las pezuñas: ellos mismos piensan que las mujeres que juegan fútbol son solo unas «lesbianas» (¿qué tiene que ver el deporte con tu orientación sexual?) y que todo se lo están inventando cuando hablan de los acosos por parte de un entrenador y preparador físico. Incluso se hacen los locos y las desacreditan de una manera torpe y baja, porque no: no por eso son «peores jugadoras», como pretende Álvaro González Alzate calificarlas (ninguna liga, siquiera la masculina, comenzó siendo de gran nivel o habríamos ganado el mundial desde 1924), ni por eso pretenden «llamar la atención». Cuando una mujer denuncia acoso es porque quiere ver algún tipo de justicia cuando ha sido violentada, humillada y agredida. Es tan fácil como eso. ¿Qué mujer – y cómo les cabe en la cabeza- luego de ser tocada inapropiadamente quiere «fama» como si disfrutara de eso? ¿Cómo pueden certificarlo? ¿Por qué Álvaro González Alzate sale con conjeturas tan repugnantes y enfermas solo para proteger a las personas de su propia institución?
¿Ahora ellas si no son «Las chicas súperpoderosas»? Es decir, cuando meten goles, cuando tienen grandes hazañas, como ganar la Copa Libertadores, todo lo merecen, pero cuando las agreden EN TODO ASPECTO ¿deben ser silenciadas? ¿Haciéndolo, incluso acabando una fuente de vida y de trabajo que ni siquiera es digna, donde ni siquiera salen en los comerciales porque es mejor Paulina Vega y su imagen inofensiva?
¿Ahora ellas si no son «Las chicas súperpoderosas»? Es decir, cuando meten goles, cuando tienen grandes hazañas, como ganar la Copa Libertadores, todo lo merecen, pero cuando las agreden EN TODO ASPECTO ¿deben ser silenciadas?
Olvídenlo, señores. Su corrupción, su mal manejo de años, su poca perspectiva hacia las mujeres que en otros países y ligas lo practican de manera decente y más digna, en este caso es evidente. No solo son unos cerdos al ver como ven a las mujeres que juegan así (quizás a todas las mujeres). También están ciegos, sordos, brutos, mudos, ante un fenómeno imparable: ellas no se van a callar así les traten de tapar la boca y les quieran quitar la pelota de los pies. Ustedes, machitos con poder, tienen miedo, su mundo está mandado a recoger y solo caen en las peores bajezas para seguir donde se encuentran.
*Las opiniones de la columnista no son las de este portal*