Chile

Soledad Salfate, la montajista de “Una mujer fantástica” que integra la Academia de los Oscar

Recibió un premio Platino por su trabajo en “Una mujer fantástica”, una de las 30 películas en las que hemos visto su talento, su magia. Hoy, para su sorpresa y pese a que dice que se enteró por la prensa, orgullosa y emocionada, se alza como una de las nuevas figuras del cine chileno que integrará la Academia de los Oscar.

Las paredes de su estudio en Ñuñoa están tapizadas con el fotograma del remake de Gloria, protagonizada por Julianne Moore que se estrenará este año. Mientras que otra sección está llena de post it con detalles de una película mexicana en la que empieza a trabajar.  Al centro de la sala, se ven dos pantallas de computador donde edita las escenas y, más arriba, en un televisor, revisa el resultado simultáneamente.

La montajista y docente del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (ICEI), Soledad Salfate, dedica toda su atención y alma a las imágenes. Es perfeccionista y reconoce que no hace más de dos películas al mismo tiempo.

“Me involucro mucho, se transforman en mi día a día, veo el mundo distinto, camino en su flow”, relata.

Recomendados

Su labor es una de las más definitorias en un filme: el montaje. Debe unir las imágenes que compondrán una secuencia, ordenar los planos y elegir los cortes; decisiones que influyen en el mensaje final y la forma en que impactará al público. Hoy las películas se arman con ayuda de softwares, pero antes se hacían en cintas. “Cortabas y pegabas el rollo, era un trabajo manual, por eso se lo daban a mujeres. Ahora se hace en computadores, pero en sus inicios era similar a bordar o coser”, cuenta.

Comenzó su carrera en los 90 y ha colaborado en las piezas audiovisuales más icónicas del último tiempo, entre las que destacan El chacotero sentimental (1999), Machuca (2004), Gloria (2013) y Una mujer fantástica (2017). En abril pasado fue galardonada con el premio Platino en la categoría Mejor Dirección de Montaje y en junio supo que será parte de la Academia de los Oscar junto a otros nueve chilenos y chilenas. Tras estos reconocimientos, la internacionalización de su carrera es inminente.

¿En qué consiste tu trabajo?

A medida que recibo el material, voy armando las escenas y luego vemos todo con el director o directora. Me gusta trabajar sobre el set, mientras se está rodando la película. Organizo mis horarios como si fuera una oficina, pero depende del proyecto, si va participar en un festival o postular a un fondo. Trabajo mucho, no descanso hasta que sienta que está perfecto. Me cuesta parar, me paso el día mirando a personas que no existen, que son personajes.  Como mujer fue difícil, cargué con mucha culpa, mis hijos han vivido en la sala de montaje.

Si hubieras nacido hombre, ¿crees que habría sido más fácil?

A la primera una diría que ‘no’, pero después te das cuenta que ‘sí’. Si bien no he sentido desvalorizado mi trabajo, he tenido que argumentar cuatro veces más que un hombre para que me crean, como mujer tienes que probar tus capacidades. Es curioso, pero he podido hacer más películas que alguien del género masculino en Chile.

¿Es muy machista la industria del cine?

Sí. Si eres mujer te dicen que “no luchas como hombre”, o que “tu intelecto no es como el de un director que tiene tiempo para pensar”. He pasado unos diez años de mi vida embarazada y viví el “anda a hacer la comida de la casa mejor”. Nunca he tenido un contrato, de hecho cuando tuve a mis guaguas, partía desde la sala de montaje a la clínica.

¿Qué situaciones te tocó vivir?

Me enfrenté al “mijita rica, ven pa´ acá”, o que me acorralaran en el pasillo. Lo viví mucho en publicidad, la discriminación y el acoso eran muy potentes. Una vez estaba trabajando en un comercial y el director de la agencia me agarró las pechugas, nadie hizo nada, yo tenía veinte años. También pasaba que ibas a ver una locación con un tipo y después insistía en invitarte a tomar algo.

¿Te identificas con algún movimiento reciente como #MeToo?

Me siento más cercana al #NoEsNo, porque creo que hay que establecer ciertos límites y nosotras tenemos el derecho a decir “hasta aquí” y “hasta aquí no”. En esta era también se habla de abusos de poder de parte de hombres a mujeres mayores de edad y es una situación muy compleja, como en las universidades. Pero ya no nos quedamos calladas y queremos decir “esto no es normal, se acabó”.

¿Cómo logras el impacto emocional en una película?

Es un trabajo como el arte, porque tienes que ordenar tus pinceles y saber dónde está cada color, pero cuando empiezas a relacionarte con el material y los personajes, entras en comunión con eso. Por ejemplo, si un actor respira, le pongo una respiración a tono con lo que tiene que sentir en esa escena y, al ver la película, eso sale de la pantalla. Es un trabajo meticuloso. El cine es como la poesía, te golpea.

Decide salir al patio a ver el día, pero a la hora de esta entrevista ya cae la noche. Da un par de pasos elegantes, toma un cigarro con delicadeza, lo enciende —como si fuera la figura de una de sus películas. Continúa hablando sobre una de las cosas que más ama en la vida, el cine, y aprovecha de confesar que prefiere los filmes que introducen temas con un eje social.

“Me gusta sentarme una hora y media a ver una ficción que es el reflejo del mundo de una persona transgénero, como en Una mujer fantástica; entender la vida de una mujer cuidadora de enfermos que se autodefine como invisible, en Play (2005); o conocer a una familia en la que sólo hay amor como en Rara (2016). Me gustan esas películas tipo caballo de Troya, que no sabes cómo te pegan un combo y sales distinta del cine”.

¿Cómo es la relación con los actores?

Ellos no pueden ser enemigos de un montajista, porque están ahí desde la acción al corte; vestidos o desnudos; cuando se equivocan y cuando lloran. El rostro de un actor en la pantalla de cine se ve gigante y hasta el ritmo de su pestañeo condiciona cosas que se sienten al verlo después. El proceso es tecnológico, pero al mismo tiempo es artesanal y sensible.

¿De qué manera te involucras con la historia y el director?

Me gusta saber el origen del personaje, el por qué la dirección de arte de una película, o cuáles son las referencias pictóricas. He tenido que leer el libro en que se encontró un personaje, o escuchado la música que inspiró el guion. Hay que hacer lo que resulte mejor para la película. Es típico restructurar, rehacer, redefinir, sacar personajes o dar vuelta la historia. En el set trato de ubicarme detrás del director para entender lo que busca. Después de filmar viene la edición y se pasa mucho tiempo trabajando. Tanto que puedo máximo hacer dos películas al año, porque es como pololear dos veces, tener dos maridos o esposas. Se forma una relación cercana y empieza a salir una magia inexplicable.

¿Cómo describes tu trabajo en Una mujer fantástica?

Me puse a montar a Daniela Vega mientras estaba en el set. Al conocerla en persona, quería que el mundo viera a esta maravilla de mujer; elegante, articulada, empática. Se transformó en mi lucha. Nos tildaron de oportunistas, pero a la vez en el New York Times hablaban sobre el tema y con Sebastián Lelio nos dimos cuenta de la sincronía. Fue difícil, sentíamos que iba a ser incomprendida, pero hace poco leí una crítica que decía que era una masterpiece contemporánea. Nunca creímos que sería así.

¿Los reconocimientos que has recibido vienen a confirmar que el mensaje está siendo captado?

Para los Oscar, yo misma me tuve que peinar y vestir, pero fue muy emocionante estar con el equipo. También fue lindo recibir el premio Platino, no me lo esperaba y, cuando subí al escenario, Lelio me grababa con su celular. Aunque me siento más pagada cuando hay una sala entera riéndose de un chiste que hicimos en una película, que con una estatuilla.

¡Eres miembro de la Academia de los Oscar!

Fue una sorpresa. Me llamaron por teléfono para felicitarme y no entendía de qué me hablaban. Me enteré por la prensa. Pensé que algunos de mis amigos me había recomendado, Lelio o Juan de Dios (Larraín), porque tienes que contar con dos, pero no fueron ellos. ¡Fue anónimo! Estoy muy contenta y emocionada de que se valore mi trabajo, nunca pensé llegar hasta ahí. Ahora puedo votar por las películas, ir a charlas, talleres y además tengo acceso a una biblioteca gigante. Este año ingresaron más mujeres. Es un mensaje político para el mundo y estoy orgullosa de mis compañeras.

¿Es momento internacionalizar tu carrera o piensas tomar un receso?

Después de Una mujer fantástica hice una película en Costa Rica y otra en Ecuador. Ahora estoy con el remake de Gloria, luego viene un filme en México y otro en Argentina, entonces sí. Desde el año pasado hasta ahora ha habido un proceso de internacionalización. Las dos cosas que más amo son mis hijos y el cine. Esta es la vida que quiero y este año ha sido de cosechar mucho trabajo.

Te recomendamos en video: O

Tags

Lo Último


Te recomendamos