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Mayerlis Angarita, la primera líder social en ganar el premio Anne Klein, en Alemania

Mayerlis, oriunda de San Juan Nepomuceno (Bolívar), se ha dedicado por casi 20 años a convencer a mujeres afectadas por conflicto armado, en Carmen de Bolívar, de salir adelanta por ellas mismas. Hoy sus esfuerzos son reconocidos fuera del país.

Este viernes 2 de marzo Mayerlis Angarita será, junto a la periodista Jineth Bedoya, una de las primeras mujeres en recibir el premio Anne Klein, un reconocimiento de  la Fundación Heinrich Böll que honra a las mujeres que defienden con valentía y persistencia los derechos humanos, la igualdad y la libertad sexual.

Desde el año 2000 ha sido la cabeza visible del colectivo ‘Narrar para vivir’, una agrupación de 840 mujeres desplazadas y afectadas por la violencia que a partir de narrar han reconstruido sus historias para hacer un proceso de catársis, sanar y seguir adelante con sus vidas, empoderándose para lograr el bienestar de su comunidad.

A través de este largo camino, lleno de muchas alegrías pero también muchas decepciones, en el que integrantes del grupo han participado en los Diálogos de Paz pero también han recibido 36 amenazas, Mayerlis ha sabido darse cuenta de que no hay que esperar a que las cosas buenas lleguen sino que hay que salir a buscarlas, y eso es lo que siempre le transmite a sus compañeras sobrevivientes, además de inculcarles que siempre hay que pensar en colectivo.

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PUBLIMETRO habló con Angarita para conocer su pensamiento acerca de lo que se necesita para generar un cambio social.

 

¿Qué significa haber sido reconocida en el exterior con este premio y ser una de las primeras mujeres del país en obtenerlo?

Me quedo muy sorprendida porque es el reconocimiento a todas las mujeres que hacen parte de ‘Narrar para Vivir’, pero también a las más de cuatro millones de mujeres que viven en Colombia. Hoy mi nombre está ahí pero no es lo que significa Mayerlis, sino el ser una sobreviviente que ha reconstruido el país con otras mujeres (…) Nosotras nos ganamos el premio porque a Narrar le ha tocado abrirse campo para la agenda de las mujeres”.

 

¿Ahora trabajan en colectivo, pero a usted como Mayerly, qué la movió en año 2000 a crear Narrar para Vivir?

Yo soy sobreviviente. Creo que el tema de la desaparición forzada es un hecho que está ahí y que todos los días daña… y yo veía que nadie nos escuchaba. En el año 2000, a raíz de todo el recorrido de barbarie que hubo en Montes de María, me encontré con una compañera socióloga, Katrin Martínez de Oro, decidimos juntarnos, y decidimos sumar.

A mí me cierran una puerta, y abro otra. Yo era muy impulsiva, corría a hacer las cosas por la emoción del momento, pero ella era más centrada. Estuvo con nosotras hasta el 2008.

 

¿Cuál es la importancia de narrar?

 Cuando tú narras hay un proceso de catarsis, de soltar… pero sobre todo cuando estás entre iguales. Aquí vienen muchos psicólogos y uno les habla y ellos creen que a uno le falta un tornillo. Yo digo: sí está bien la academia y está bien que vengan a atender patologías porque nosotras no podemos atender ello, pero estoy segura, y se lo digo desde la evidencia, que no hay poder más sanador que estar entre pares… Que entre mujeres sororas (de sororidad) estemos ayudándonos a sanar… es ese sanar desde la palabra.

Con la palabra tu puedes destruir una vida o puedes mejorarla. Cuando tú lanzas un mensaje no lo puedes recoger. La palabra es tan importante parar legitimar, para construir pactos… y por eso decidimos narrar para vivir.

 

¿Han sido muchos los logros de Narrar para vivir, pero, qué más hay por hacer?

 Nosotras tenemos un perfil completamente diferente al que teníamos hace 18 años.

Cada vez estamos empoderando a más mujeres que llegan. Nuestra sede está en San Juan Nepomuceno y tenemos ocho oficinas propias. Hemos crecido. Antes lo hacíamos (las reuniones) debajo de un palo (árbol) en la calle o en el patio de la casa. Yo soy la imagen de la que va, viene, a la que buscan, pero esto no sería nada sin las 13 facilitadoras que están las 24 horas atendiendo cada nodo.

 

Siempre ha sido líder social, ¿por qué decidió en un momento pasar a la política lanzándose como candidata a alcalde de San Juan Nepomuceno?

 Lo social tiene que ver con lo político. Nosotras tenemos muchas desigualdades sociales, muchos derechos sin restablecer y si no llegamos al poder no podemos transformar la realidad social (…) Si estamos con el cuento de la transformación en espacios políticos uno también tiene que ser el ejemplo. Sin embargo, nos dimos cuenta de que no hay garantías todavía para ejercer la democracia porque hay unos poderes muy marcados de los actores que todavía están allá presentes. Estas alcaldías son cuotas políticas de estos actores.

 

Ustedes se autodenominan ‘sobrevivientes’, ¿por qué nos les gusta la palabra víctima?

 El estado de sobreviviente da una categoría muy diferente al concepto de víctima. Cuando se es víctima se trata de un estado como de mendigar, de estar esperando a que me llegue algo, es el estado en el que ellos nos quieren dejar. El que es víctima, ahí se quedó. Pero cuando decido quitarme ese rótulo de víctima comienzo a hacer un proceso de sanarme, de empoderarme, de luchar, de buscar mejores calidades de vida, de buscar educación, de buscar empleo y de buscar comida para mis hijos…comienzo a ser protagonista del cambio y constructora de paz.

 

¿Qué hace falta para hablar de igual a igual en Colombia?

 Hay una estructura patriarcal todavía muy marcada que hay que ir transformando en la cultura, en el lenguaje y desde las instituciones. Hace falta todavía ir a la base del tejido social, ahí es donde hay que comenzar a transformar las realidades. Y cuando se logre entender lo importante que son aquellos que piensan diferente en los espacios donde se toman las decisiones que tienen que ver con nuestra realidad social solo así podríamos hablar de igual a igual. Cuando todos y todas tengamos las mismas garantías para llegar a estudiar y a tener vivienda. Es que igualdad no es partir las cosas por la mitad o en partes iguales; igualdad es darle las garantías a aquellos que nos las tienen.

 

Mayerlis también ha sufrido el delito de desaparición forzada…

 “Yo en el 94, cuando desapareció mi mamá, empecé un trabajo de decir ‘no podemos callar’, pero es en el año 2000 que me doy cuenta de que yo hacía parte de hechos y no de derechos, y eso no me llevaba a nada. Empecé a formarme y así he logrado que ahora que existe una Unidad Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, por primera vez, me hagan una prueba de ADN, porque hay indicios de que los restos de mi madre pueden estar en Montería junto a otros cinco cuerpos que encontraron”.

Frases:

– “Las mujeres que generan paz en el país es porque se han atrevido a transformar su realidad social. Han dicho ‘el cambio soy yo, soy la protagonista de ese cambio y tengo que empoderarme”.

-“A mí me interesa trabajar a la mujer como persona, su autonomía y tratar de componer todo lo que el conflicto le arrebató en su sentir y en su corazón”.

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