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Las cartas que las niñas prostituidas le mandaban a los narcos

La historia de cómo prostituían a las menores es peor que ‘Sin tetas no hay paraíso’

La organización criminal que hoy comparte titulares con el Eln, es el Clan del Golfo. La organización derivada de varias otras que causaron terror en diferentes zonas del país, como la Oficina de Envigado, o el Clan Úsuga, organizaciones criminales a las que las autoridades les siguen los pasos.

Luego de presentado un informe en RCN sobre las mujeres del Clan del Golfo, en donde se reveló cómo funcionaba la prostitución al interior de la organización criminal, uno de los apartes más oscuros es la relación de Roberto Vargas, alias ‘Gavilán’, quien, después de ser parte de una guerrilla como el EPL, se unió a las Autodefensas Unidas de Colombia, en tiempos de Carlos Castaño y que luego, se volvió un duro de las bandas criminales y que fue abatido por mayo del 2017.

El hombre, era el segundo al mando después de alias ‘Otoniel’,  líder del Clan del Golfo, quien es hoy una de las más sangrientas entidades criminales.

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El hombre, es conocido por su sadismo, ha matado a altos cargos en las Bacrim, ha tomado represalias contra los uniformados que han atrapado a sus compañeros, y se le conoce por su voraz apetito sexual que sus cómplices satisfacen con niñas desde los ocho años hasta los 13.

Según las investigaciones, la forma de encontrar a las menores, era por medio de una mujer, que las buscaba en colegios o escuelas y las sobornaba con regalos, con ropa y les indicaba que ganarían mucho dinero si accedían a acostarse con los jefes criminales.

Cuentan que el Gavilán, es un auténtico aberrado y que armaba fiestas con niñas que no pasaban de los 12 años, asustadas, quebradas emocionalmente, que luego de salir de las guaridas de los criminales, nunca volvían a ser las mismas.

Según el informe periodístico, las menores eran contactadas en pueblos cercanos a donde se refugiaban los ‘malandros’ y las contactaban por teléfono:

-¿Quiubo’? ¿Qué está haciendo?

Es una de las charlas que se conocieron entre una proxeneta y una menor de 12 años, que luego de ser recogida en una lujosa camioneta, era llevada a una finca llamada la ‘Trampa’ en donde las menores podían pasar uno o dos días, en donde se arreglaban y esperaban a que en lomo de mula las transportaran por unas dos horas hasta los campamentos en donde estaban ‘Otoniel’ y alias ‘Gavilán’.

Muchas de las veces, las proxenetas sobornaban a los papás de las menores con dinero y con propiedades, para que estos accedieran a que las menores se acostaran con lo jefes narcotraficantes.

Otoniel, uno de los más buscados en el país, aparentemente es un hombre cauteloso que no le gusta «dar visaje», pero según cuentan, quienes les han seguido los pasos, a él y a Gavilán, ha accedido a las fiestas de este último con «regalitos», niñas pequeñas que son sacadas de sus casas, aprovechando el entorno familiar hostil, el número de miembros de las mismas y la situación socioeconómica que viven, que terminaban por ceder tras los regalos o el dinero que las mujeres que las cazan, les ofrecen.

-Hola. Le tengo dos nuevecitas y una cero kilómetros.

-Traígalas, traígalas.

LAS CARTAS:

En uno de los detalles más escalofriantes de toda la investigación, la Policía encontró las cartas que las menores de edad le escribían a los jefes de la organización en donde les agradecían por los regalos y por las cosas que hacían por ellas. Los textos son dramáticos, pues se puede leer en letra de menores de edad, cómo las menores se apegaban sentimentalmente de los delincuentes y terminaban por agradecer, sin darse cuenta del daño sicológico y físico al que eran sometidas:

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