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El Liceo 7 se agrupa y se pone combativo contra el acoso: “Nosotras crecimos con el #NiUnaMenos”

“Ni me callo ni lo aguanto”, fue el nombre de la página que buscó denunciar el acoso y violencia que sufrían por parte de sus profesores: “Para nosotras igual fue doloroso, denunciar a un profesor que alguna vez quisiste y admitir que te tocó o que te pidió que te arrodillaras”

El 7 de junio de este año, los profesores del Liceo 7 de Providencia se encontraban en un consejo extraordinario, luego de que se destaparan a través de la página de Facebook Ni me callo ni lo aguanto 80 testimonios de alumnas acosadas y violentadas por sus profesores de la institución.

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Horas antes, uno de los profesores denunciados hizo firmar una declaración a tres estudiantes contra su voluntad. La declaración afirmaba que habían instado a sus compañeras a denunciar estos hechos, calificándolas de violentas. Poco después, más de cien estudiantes se dirigieron a la sala de profesores, gritando “Ni me callo ni lo aguanto”, golpeando muros y puertas. El colegio amaneció tomado al día siguiente.

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Actualmente, hay siete profesores del Liceo 7 con sumario y dos de ellos también fueron denunciados a la justicia, uno por acoso y otro por abuso sexual a una alumna. En Belelú hablamos con M.C., parte de la Comisión de Género del establecimiento y quien recogió los testimonios que llevaron a estas medidas.

-¿Por qué decidieron realizar esta página?

La página nace a base de una necesidad de hacer público nuestro problema, de externalizarlo a otros liceos. Una semana antes se había hecho público el caso de un compañero abusado sexualmente en el Lastarria. Entonces nosotras dijimos “No es solo el Liceo 7 o el Lastarria”, y ahí nace la página de Facebook e instagram.

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-¿Los testimonios coincidían, apuntaban a ciertos profesores?

Sí, muchos. De hecho había profesores en específico que eran muy repetidos, y también inspectoras e incluso administrativos. Siempre las mismas, que perseguían a las compañeras por ser lesbianas, por demostrarse cariño, no nos dejaban usar mantas porque nos podíamos tocar por debajo de ellas. Eran muy recurrentes los nombres, obviamente por seguridad nosotras no podíamos divulgarlos de la forma que queríamos, pero eran comunes los nombres, las actitudes. De hecho mucha gente identificó a los profesores por las conductas que tenían, sin saber los nombres.

-¿Qué tipo de conductas tenían?

Yo me acuerdo que por lo menos mi curso lo vivió de una forma muy cercana este tema, porque fuimos las primeras que se empezaron a cuestionar estas prácticas. A nosotras nos decían: “Siéntese como señorita”, y un profesor nos dijo que si le rayaban la pared de su casa iba a reaccionar de la misma forma que si violaran a su mujer (a golpes) ¿Cómo comparas a una muralla con una mujer, con alguien que es persona? Eso a mucha gente le hizo ruido. El relato que más repercusión tuvo fue uno donde un profesor le pidió a una alumna que se arrodillara e hiciera puchero para que la dejara ir al baño. Ella estaba con cuatro estudiantes más en la sala, nadie más la vio, de hecho casi la tuvieron que forzar para que diera su relato. Costó mucho que las chiquillas hablaran, porque igual es difícil contar que fuiste violentada por un profesor cuando siempre ellos son la autoridad, el adulto responsable, y yo creo que por eso mismo los papás nos dieron tanto apoyo.

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-Son conductas que llevan mucho tiempo además.

Claro. Había profesoras que les decían a las niñas que parecían putas de cité porque estaban solas en una sala hablando fuerte.

-¿Qué consecuencias tuvieron estos testimonios?

Personalmente, considero que generó un quiebre y sobre todo con el estamento de los profesores que era el más acusado, el que más apuntábamos con el dedo. Fue más notorio porque no sabían qué hacer. El último día de clases que tuvimos (porque después de eso nos tomamos el colegio, con petitorio interno y externo en mano) hicimos una funa a un profesor que había hecho firmar a unas alumnas, porque eran violentas e influenciaban a sus compañeras. Después los profesores tuvieron reunión y nos despacharon temprano.

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-¿Qué pasó cuando regresaron de la toma?

Cuando volvimos a clases, después de mesas de trabajo y todo, los profesores tenían que estar con sus jefaturas, y tenían que leernos un comunicado para suavizar el tema, porque el ambiente estaba muy tenso. Dijeron que tenían que reconstruir las confianzas, las relaciones, y yo creo que en eso estamos todos los estamentos. Nosotras nunca buscamos el quiebre entre nadie, pero sí evidenciar unas conductas que no correspondían. Y las alumnas nos afiatamos mucho. Había compañeras también que no nos creían, que por qué si yo pasé por eso no denuncié, por qué no hablé, que el profesor es así. Pero para todo eso había respuesta, habían casos que habían sido pasados por conducto regular y no había pasado nada. Hay una profesora que por fin está en sumario y ella tenía demandas, y no sabemos en qué quedaron. Pero tener registro de una profesora que tiene denuncias ¿Cómo no te hace ruido?

-¿Denuncias de qué tipo?

Maltrato, discriminación, acoso. De hecho, por lo que yo entiendo hay como dos creo que están en el Ministerio con resolución y todo. Pero fue hace muchos años, entonces era muy difícil saberlo. Nosotras sabíamos que había profesores con demandas que seguían haciendo clases.

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-¿Cómo fueron recogiendo estos testimonios?

Primero, empezamos por los segundos medios, expusimos estas problemática en un CODECU (Consejo de cursos) extraordinario y había muchos relatos. Ahí decidimos abrir una semana el buzón de la comisión de género para que cualquiera que quisiera entregar su testimonio lo entregara a su delegada.

-¿Por qué ocultaron los nombres de los profesores?

Por temas legales netamente. Cuando pasó este Codecu entregamos una carta secreta a cada delegada de curso, que debía leerse sin profesor en sala. Tenía además tres testimonios. La carta llegó a uno de los profesores, y la reacción fue inmediata. A mi curso el profesor nos amenazó con que iba a averiguar quién había atestiguado contra él y que la iba a demandar. Justamente los más repetidos en los testimonios amenazaban con demandar.

-Además de esta carta ¿Hicieron otras denuncias más formales?

Nosotras entregamos una carta a dirección en donde explicábamos todo. Pero ya se sabía. Después sacamos el comunicado de la marcha territorial y lo enviamos a dirección, a la representante de los auxiliares, profesores y todo el tema. Se lo mandamos a la inspectora general, y después de nosotras vinieron los papás a preguntar qué pasaba. El director nos comentaba que el día que hicimos pública la problemática muchos papás lo habían llamado preguntando. Estas conductas venían de muchos años, entonces tapar el sol con un dedo ya no tenía sentido.

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-¿Ha habido cambios en los últimos meses?

Sí, muchos. De partida, con los siete profesores que fueron sumareados el ambiente está muy tranquilo, nadie anda a la defensiva, los profes tienen mucho cuidado con lo que nos dicen, las inspectoras también. Pero sí hay cierto cuestionamiento por parte de ellos. De hecho, muchos profesores dejaron de decirnos: “Siéntense como señoritas”, que es un micromachismo que tenemos tan impregnado dentro de nosotros pero que sí nos generaba ruido. El ambiente está mejor, hay días al mes que los profesores hacen como partidos de fútbol en medio de la cancha central, las alumnas van y se sacan fotos con ellos, cosa que antes no pasaba. Las relaciones están más cercanas. En cierta medida, el quiebre que se generó sirvió de algo.

-¿Por qué crees tú que es importante denunciar estos hechos de forma pública?

El proceso en sí es muy significativo, el que tus compañeras te crean, tener la valentía de decir “mi profesor me tocó” es súper fuerte. Yo creo que denunciar estos casos tiene que ver con visibilizar algo privado a lo público, denunciar violencia de género es un acto político. Es tan difícil, en especial siendo mujer, sobre todo lesbianas, transgénero, transexual, denunciarlo es: “Oye, estás haciendo esto mal, me estás minorizando por mi género”. A mí me causó mucho ruido que en el comunicado que los profesores leyeron decían que los problemas deberían solucionarse dentro de la comunidad, porque es seguir con el círculo vicioso de: “Yo te agredo, tú te quedas callada” ¿Cuándo se quiebra esa superioridad? ¿Si no lo hacemos nosotras, quién más lo va a hacer? Una compañera de la comisión nos dijo que éramos el primer liceo que hace una toma por problemáticas de género. Un profesor no puede enseñar ni avalar violencia. Y no nos vamos a quedar calladas.

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-¿Qué decía este comunicado de los profesores?

Que el proceso había sido muy doloroso para ellos, que los problemas que tuviéramos de aquí en adelante se iban a resolver como comunidad y se les iba a tomar el peso y que ahora teníamos que trabajar para que se reanudaran los vínculos de cercanía. De parte de los auxiliares y los papás tuvimos mucho apoyo, pero de parte de los profesores era muy difícil decir: “Sabes qué, estoy de acuerdo con las niñas”, porque es casi como traición. Ninguno se pronunciaba como tal, pero algunos nos preguntaban fuera de clases si íbamos bien o si necesitábamos algo. Para nosotras igual fue doloroso, es doloroso denunciar a un profesor que alguna vez quisiste y admitir que te tocó o que te pidió que te arrodillaras, si te persiguen por ser lesbiana o política, es un problema que genera quiebre y hubo muchas que cayeron en crisis, que revivieron todo lo que pasaron. Fue doloroso para todos los lados, y muchos profesores se victimizaron también. A nosotras también nos hace sentido que si tienes un colega que hace este tipo de cosas y te quedas callado, eres cómplice también.

-¿Qué están haciendo como comisión?

Estamos trabajando muy poco, pero lo más importante es que muchas se conocieron en el camino y se hicieron amigas tras el seguimiento de los casos. No le vamos a preguntar todos los días, pero cada cierto tiempo lo hacemos.

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Hoy con los compañeres visibilizamos a través de esta marcha las problemáticas de violencia que vivimos en la cotidianidad de nuestros liceos, no permitiremos que esta violencia se siga reproduciendo, ya es hora de denunciar, no de callar. NI ME CALLO NI LO AGUANTO!

Posted by Ni me callo Ni lo aguanto on Wednesday, May 24, 2017

-¿Ha habido novedades respecto a las demandas?

No. Todas están en proceso judicial, en “Te llamaremos a que des tu testimonio”.

-¿Qué opinas de los procesos judiciales de demandas?

No son efectivos. Creo que alargar tanto el proceso, hacer pasar a alguien que denuncia, más allá de que es muy frío, hacer que declaren tanto rato y tantas veces. Y después de todo ese tiempo, no se te asegura que haya una pena dura o fuerte, o por lo menos que sirva para algo. Yo creo que por eso mismo lo de Nabila Rifo fue tan indignante, por la poca condena que tuvo. El proceso que tuvo que pasar ella no vale esa condena, o todo lo que tuvieron que pasar mis compañeras. Tengo una sensación de injusticia, llevamos 57 femicidios en el año, estamos denunciando más, ya no hay tanto miedo, pero sigue habiendo más femicidios. Y no hay una condena que deje conforme al consciente coletivo, las disfrazan de crímenes pasionales, a Nabila Rifo la vincularon con prostitución, son casos que no llegan a lo que uno le gustaría que llegaran.

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-Casos como estos llevan años ¿Por qué tu generación se atrevió a denunciar y otras no?

Esa misma pregunta se hicieron los cuartos medios ¿Qué nos pasó? La respuesta a todo esto que existía un miedo a denunciaran, de que te cancelaran la matrícula, que no te creyeran ni apoyaran, porque también existe en ciertos hábitos también, contexto, claro, la niña puede denunciar pero no sabemos si la mamá o el colegio le va a creer. Y además, estoy denunciando a mi profesor. Y después te van a apuntar con el dedo, te pueden tratar de mentirosa. Este cambio generacional es muy fuerte. Nosotras crecimos con el Ni una menos, con su coyuntura, con hechos que pasaron en esa época, no me vas a pasar a llevar por ser mujer, lesbiana, no me voy a quedar callada. Nos están matando por ser mujeres y nos damos cuenta. Mis compañeras sí se empoderan con un discurso feminista. El próximo año llegan primeros y séptimos nuevos ¿Cómo hacerles ver lo que está mal? Depende también de las cabras antiguas. Nosotras nos hicimos cargo de un séptimo de un profe sumareado, le dijimos “Chiquillas, este es el momento, no las vamos a dejar solas”. Fue el mismo día de la funa, donde hubo más de 100 personas, gritando ni me callo ni lo aguanto. No se sentían solas. La unidad como estamento fue súper fuerte. Está todo en son de estar atentos a todos, y eso se traspasa y esperemos no se pierda.

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