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Por qué todos dicen odiar el Reinado y sin embargo lo ven

A pesar de las críticas, el Concurso Nacional de Belleza ( y cualquier concurso de belleza en general) sigue suscitando las mismas cosas y el mismo interés.

Por: Luz Lancheros

«Es que el Reinado es una tradición mandada a recoger, es que se debe parar esta fábrica de carne, las mujeres no son yeguas». Cada año es la misma queja. Pero, desde que Paulina Vega ganó Miss Universo, el interés por este concurso, que lleva más de 60 años en Colombia, volvió a crecer. El rating no miente: Marcó 10.6 la noche del lunes pasado. Fue el programa más visto ese día. Entonces, si las quejas son las de siempre, ¿por qué el rating también?

 

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Es muy fácil pensar en que «la gente es bruta y alienada y se cree todo lo que dice la televisión», en la típica carreta mamerta de siempre. Pero hay que ver que en Twitter, no solo «la gente bruta y alienada» era la única que comentaba. Hasta columnistas como Adolfo Zableh, pasando por intelectuales, también estaban involucrados. Despierta interés debido a cómo se presenta. Y así hayan los mismos comentarios de siempre, vale la pena ver para dónde puede dirigirse un evento que fue un referente (por años) de moda en el país. Fue.

¿De dónde genera tanto interés? 

Hay que tener un poco de contexto histórico. Fuimos, por mucho tiempo, un país cerrado de manera literal. Lo seguimos siendo en muchas cosas, pero por más de un siglo estuvimos cerrados a toda influencia exterior. Sí, llegamos a oír a los Beatles, pasaron los hippies… pero jamás tuvimos influencia de inmigrantes tan fuerte como Argentina, Brasil, México o España, por ejemplo. Tampoco producimos una cultura o movimiento urbano propio o una reinterpretación a gran escala.

Cerrados geográficamente, económicamente, vimos en la televisión, que sigue siendo el gran medio de comunicación en Colombia, un evento que nos acercaba a lo que pasaba en el mundo, a nuestra manera, en lo referente a moda y belleza. Por eso Jolie de Vogue es nuestra gran marca de maquillaje, por ejemplo. Y ahí pudimos ver todas las tendencias de finales del siglo pasado. Pilar Castaño, quien fue por años nuestra única periodista de moda en Colombia, trató de acercanos así a las tendencias.

Caen en lo que critican

Por supuesto, el formato decayó, en años sucedáneos. Muchos le critican todavía al Reinado que sea un espectáculo de «niñas ricas» cuyos padres gastan millones en vestidos y preparadores y que consigan trabajo solo en el espectáculo.  Que solo nos veamos reflejados en ese modelo de feminidad La primera cosa es cierta. La segunda no.

Hay que darle mérito al concurso: se reinventó a marchas forzadas, así todavía tenga cosas tan WTF como el Traje Típico, biografías que dicen que las reinas siguen a Selena Gomez en Instagram y preguntas rebuscadas, hechas para despistar a una jovencita llena de estrés. Pero en los últimos años,  también han surgido cuestionamientos sobre por qué las candidatas participan en el Reinado, por qué es necesario enfundarlas en ciertos vestidos o ponerlas a hacer ciertas cosas. Y si el concurso realmente es necesario a pesar de cómo nos ha ido en Miss Universo.

 

 

Ahora, el Reinado sigue despertando interés por la crítica fácil, por el espectáculo que brinda sobre todo en redes sociales, con todo lo que implica. Que las que se atreven a concursar tengan que ver cómo su infortunado pasado en social media salga a relucir, por ejemplo. Que su cuerpo siga siendo destruido por hombres y por mujeres que critican que ellas tengan cierto modelo corporal y los «estereotipos de belleza» cuando caen en lo mismo. Sus vestidos. Sus respuestas. Siguen siendo la misma «carne» de los críticos que destruyen el espectáculo pero que hacen lo mismo desde una cuenta en Internet. Y otros claro, quieren gozárselo sin tanto discurso detrás.

De todos modos, no creo que nos sigamos reflejando, ni en cuestiones de feminidad ni de moda, en el Reinado. Ya nos hemos abierto bastante a otras influencias como para creer que un vestido digno de Rocío Durcal marque tendencia y que ser reina, a pesar de nuestra obsesión por la belleza, sea el único camino, porque ni siquiera ahí el éxito está asegurado.

 

 

De hecho, nuestras más famosas exreinas tienen un talento y personalidad a prueba de balas. Y algunas de ellas, por mérito propio, quieren generar una imagen más crítica como Margarita Rosa de Francisco, quien siendo virreina en los 80, pudo establecer un nuevo debate. Y eso es lo que se aspira a construir, así sea desde un ámbito minúsculo. 

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