Por María Briones
La escritora austríaca Vicki Baum decía que «Hay atajos para la felicidad y el baile es uno de ellos». Tenía toda la razón. Lizzy Howell es una adolescente estadounidense de 15 años que ha demostrado ser una excelente y feliz bailarina y gracias a ello ha superado las tragedias que sufrió de pequeña.
La vida de Lizzy no ha sido fácil, estudia la secundaria en casa debido a que tiene un seudo tumor cerebral y por ello acude al médico por lo menos una vez por semana. Su papá no ha estado presente en su vida y su mamá murió en un accidente automovilístico cuando ella solo tenía cinco años. Ahora vive con su tía abuela y se ha dedicado a bailar desde que perdió a su madre. Para ella ha sido una liberación emocional.
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Su historia es realmente inspiradora, a pesar de ello no ha faltado quién la juzgue por su peso y le mande mensajes negativos, pero Lizzy ha decidido no quedarse callada:
«Mi mensaje para las generaciones jóvenes es que los estereotipos están para romperse. Debes estar cómoda en tu propia piel y no dejar que nadie te haga sentir menos. Se tomaron el tiempo para criticarte, así que seguro se preocupan demasiado por ti.»