Soy feminista. Siempre lo he sido y cada día que pasa, me convenzo más del efecto que ha tenido el machismo en la vida de las mujeres. No voy a reconocer que no siento temor a veces de decir lo que pienso, pero se eso se trata: de perder el miedo que se nos ha inculcado desde que nacemos.
De todos los factores que insisten en hacer prevalecer la idea de que la mujer es el “sexo débil” y que “tenemos que tener cuidado” cuando hacemos o decimos algo, uno de los que tiene más influencia (y culpa), es la publicidad.
Ni siquiera nos damos cuenta, porque estamos tan (mal) acostumbradas a escuchar mensajes equivocados, pero basta con mirar un poco hacia atrás para notar lo ilógico que puede llegar a ser.
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Basta con ver unos cuantos afiches publicitarios de la década de los 60, 70, 80; seguramente vas a pensar que son ridículos, por decir lo menos.
Pero esos eran los mensajes que recibían las mujeres. Hoy no es demasiado distinto, sólo que la publicidad y los medios se las han arreglado para anestesiar el efecto, para hacernos pensar que todo cambió.
Ahora, compara estos afiches con los actuales. ¿Dónde está la diferencia?