Estás cansada. Te duele la cabeza; es ese dolor difícil de definir, sólo sabes que sientes que alguien presiona la parte superior de tus ojos y un poco a los costados. No es algo inusual, últimamente has soportado más dolores de cabeza de los que puedes.
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Sabes que debes parar y hacer una lista mental sobre todo lo que te puede estar haciendo mal. Problemas médicos, estrés, cambios hormonales, falta de sueño. No hay algo demasiado distinto en ese sentido, y cuando descartas, te encuentras de frente con eso que no quieres admitir.
Las personas con las que te relacionas voluntariamente, o sea, tus amistades, cada día se parecen más a cómo serían tus dolores de cabeza si tuvieran forma humana. Te exprimen, te chupan la energía, pero tú no quieres culparlos, porque eres una mujer grande y te tienes que hacer responsable de ti misma.

Siempre se te dijo que no debías culpar a los demás por tus problemas, pero, querida, puedes hacerlo, porque sabes que el mundo está cada vez más violento emocional y físicamente, y esa agresión se puede interpretar de muchísimas formas.
No es que afirmes que todas tus amistades son tóxicas, sabes que hay amigas y amigos que te hacen bien, que te hacen feliz y es recíproco. Si no es recíproco, hay algo que está fallando, que está haciendo corto circuito.
No olvides que sólo eres un ser humano y que no puedes abarcar el mundo interno de 6 personas más, además del tuyo. Puedes fallar, puedes tomarte un tiempo para ti misma, y también, puedes alejarte de la gente que no te hace bien. Nadie que quemará en la hoguera por eso.
Tu libertad te permite tomar las decisiones que dejarán que disfrtutes de una vida plena. La gente tóxica suele ser atractiva, porque te engatuza para mantenerte cerca. Pero en realidad, es un montaje. Libérate y quédate con la gente real, la que te genera bienestar y ganas de compartir la vida, de manera positiva.