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Carol: una historia honesta de homosexualidad femenina en los años 50′

Más que el castigo social, la película transmite la esencia de un romance. No hace hincapié en la homosexualidad y tampoco la usa como recurso arbitrario.

Antes de saber de qué se trataba, sólo con ver la portada ya me llamó la atención. No sólo fue porque en ella estaba la talentosísima Cate Blanchett —una de mis actrices favoritas— sino que también, porque era una película ambientada en la década de los 50, una época que adoro por la estética y el estilo asociada a ella.

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Junto a Blanchett, está Rooney Mara, que siendo muy honesta, nunca me ha agradado mucho. Sí reconozco que es excelente actriz y eso me quedó claro cuando vi La Chica del Dragón Tatuado”. Pero con Carol, fue distinto. Se supera a sí misma.

La historia de amor entre Therese Belivet (Mara) y Carol Aird (Blanchett) comienza de forma sutil. Es plena época de Navidad en el Manhattan de 1952, con toda la parafernalia que implica esa fecha en Estados Unidos.

A pesar de que el flechazo es inmediato, de todas formas se da la oportunidad al espectador para que especule, por eso decía que comienza de forma sutil. Para algunos la película es lenta, pero para mí, el timing es perfecto, porque aporta esa delicadeza que se desarrolla durante toda la historia.

Cate Blanchett interpreta a una mujer mayor, muy magnética y elegante. Therese, una joven aficionada a la fotografía que la observa desde el mostrador de la tienda en la que trabaja. La observa de lejos y fijo, como si hubiera visto una pintura o una escultura que merece ser contemplada de esa forma.

Es un amor tímido, que no puede exhibirse en público: si en el año 2016 todavía existe discriminación hacia las personas homosexuales, imagínense cómo era en los 50. En esos años, la mujer estaba estereotipada por la publicidad; su rol no iba más allá de ser una buena esposa y de preocuparse por su casa.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres empezaron a trabajar porque en tiempos de guerra, había escasez y muchas de ellas tuvieron que hacerse cargo de los gastos mientras los hombres no estaban. Pero una vez que terminó todo, la mujer volvió a ser lo que era antes: una buena esposa y ama de casa.

De hecho, cuando conoce a Carol, Therese tenía un novio que quería casarse con ella. Él tenía planes, quería que fuera su esposa y que viajaran a Europa. Pero ella, en vez de aceptarlo, le pregunta si alguna vez ha sentido atracción por otro hombre. Como si quisiera confirmar que lo que está sintiendo no es tan ajeno.

En temas de sexualidad, la sociedad aún era muy conservadora y la historia en Carol refleja en cierta medida los prejuicios y el castigo social que se generaba cuando dos personas del mismo sexo expresaban su amor.

La película no deja claro en un principio si el romance comenzó lentamente por miedo a lo que dirían los demás, uno logra creer que es parte del coqueteo entre Carol y Theresa. Una vez que todo avanza, se destapan realidades.

Más que el castigo social, la película transmite la esencia de un romance. No hace hincapié en la homosexualidad y tampoco lo convierte en el eje de la historia, y eso la hace tan interesante. Lo femenino se recalca constantemente en la delicadeza de los movimientos, en la ropa, en los accesorios y en las propias tomas de la cámara.

Es una historia muy linda, muy natural y que no tiene la necesidad de abusar del recurso de la homosexualidad gratuitamente como se hace en muchas películas. Y bueno, yo también me enamoraría de Cate Blanchett y de su garbo.

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