Es increíble cómo en un solo día, tu estado de ánimo adopta distintas tonalidades. Puedes empezarlo con toda la pila e irte a la cama por la noche con una sensación horrible, como si te estuvieran apretando el estómago. No es el hecho de sentirte mal lo que molesta, sino que pierdes la pista del momento en que te empezaste a apagar. ¿Qué hice? ¿Por qué me siento así?
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Somos pura emoción, y por mucho que andemos pregonando que podemos tener el control sobre lo que sentimos y escribamos mucho sobre el poder que tiene tu mente de administrar las emociones, la verdad es que a veces es necesario apagar la luz, tomarte un tiempo fuera y poner el letrero de “favor de no molestar” en la puerta.
Lo más probable es que la gente a tu alrededor lo note y no pueda dejar de preguntarte por qué te sientes así, por qué estás tan seria o la razón de tanto drama. Aunque no lo entiendan, ellos también han caminado hacia su burbuja para quedarse ahí, juntar sus piezas y armarse poco a poquito y despacio para ir entendiendo lo que sucede en su interior.
Cuando esto sucede, uno no puede evitar sentir un algo de culpa, sobre todo cuando no podemos explicarlo. Le ponemos tanto empeño en estar bien siempre que no sabemos lidiar con la tristeza, ni la sensación de soledad o desamparo. Pero ¿qué pasa cuando dejas que fluya?
A veces sabrás perfectamente la razón de tu sentir, eso va a facilitarte mucho las cosas. Pero cuando no lo tengas muy claro, o cuando te sientas abrumado por lo que sientes, no pasa de que te quedes en esa habitación oscura un rato, unas horas o unos días.
Yo creo –y lo he comprobado—que apagar mis oídos al exterior es un regalo que debo darme de vez en cuando. Dejar de escuchar lo que otros creen que está bien y aseguran que es lo correcto, a quienes creen que se manejan perfecto en las relaciones, en el trabajo o en el hogar, a quienes no tienen nada sensato que decir, incluso a los que te dicen lo que quieres escuchar.
El ejercicio de encontrarnos con eso que nos incomoda en el interior nos da una perspectiva mucho más honesta de quienes somos, nos muestra una parte de nuestra esencia que necesitamos explorar para decidir lo que queremos, voltear hacia nuestras raíces y luego hacia arriba para darnos cuenta de qué tan lejos estamos de la persona que deseamos ser.
Siente y vive con todo lo que tengas en este instante en que no estás para nadie más que para ti. Fluye junto con tu sensación más incómoda y seguramente en algún punto, ya bien armado, estás listo para encender la luz de nuevo y cambiar el letrero de “no molestar” por uno que diga “adelante”.