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Lo que los orgasmos me enseñaron de la vida

En esta vida hay lecciones en casi todo: los orgasmos (los propios, los ajenos) son maestros de sabiduría. Ni de Aristóteles se aprende tanto.

Largos, inverosímiles, brevísimos, tímidos, histriónicos, piadosos, gozosos, libertinos, manipuladores o manipulados… Emprender una taxonomía podría convertirse en cuento de nunca acabar.

¿Habrá tantos tipos de orgasmos como de personas? No podemos saberlo. Pero sí podemos tener la certeza de que los orgasmos tienen valiosas enseñanzas para nosotros, igual que otros componentes del sexo. Se me ocurren las siguientes:

No importa qué tan genial parezca lo que viene, siempre puede salir mal

Porque los juegos preliminares pueden ponerse deliciosos y la penetración puede ser un fiasco. O es posible que, después de una penetración gloriosa, un movimiento, un ángulo, un mal pensamiento, lo echen todo a perder.

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En la vida sucede lo mismo. Por eso no hay que desanimarse. Hay que seguir cogiendo. Hay que buscar más orgasmos, más diversión. Si se tienen ganas, claro.

El insomnio es un rival que se puede vencer

Si hay por aquí algún insomne, sabrá que una noche en vela puede convertirse en una pequeña antesala del infierno. La angustia, el saber que las horas pasan y que una nomás no se queda dormida, la cantidad de cosas que vienen a la mente en esos momentos… Es horrible.

A veces, cuando ya estamos derrotados, de plano optamos por sacarle provecho a nuestro insomnio, nos rendimos a media lucha. Y la mañana siguiente nos pasa la factura.

Sin embargo, los mejores orgasmos dan sueño. Hacen que una caiga rendida. Eso me da la esperanza de creer que existen otros antídotos, que el insomnio, en los casos más afortunados, es un rival que, como decimos en México, “nos la pela”.

No se necesita recibir para pasarlo bien

Qué bendición venirse. Qué bendición venirse no una sino varias veces. Pero también es divertido hacer que el otro se venga, ponerse audaz, comportarse como una mujer de tablas y lograr que tenga un orgasmo memorable, sin esperar nada a cambio.

Por supuesto que es divertido. Pero si no les suena convincente, piensen que este acto, altruista en apariencia, puede funcionar también como una caricia al ego.

Una no siempre se ve guapa cuando se divierte

Haberse arreglado tanto para la cita, haberse depilado a conciencia, haber elegido el maquillaje y la ropa interior, para que en el momento culmen una haga esas muecas y sea incapaz de mirar fijamente. Ni hablar, desmejorada pero divertida. Igual que en las más felices borracheras.

Algunos dicen que esas muecas les parecen atractivas. No estoy segura de que debamos creerles.

Las mentiras piadosas existen

A quienes atacan la mentira a toda costa, les digo: los orgasmos fingidos han hecho felices a un montón de hombres y mujeres desde que el mundo es mundo. Coger por piedad, hacer como que una se viene por piedad, es un acto humanitario.

Claro que es mejor cuando sucede en un plano más real, pero no hay motivos para darle la espalda a los actos de caridad. Blus.

El mundo es diverso

No hay reglas, ni para los orgasmos ni para la vida. Una vez me vine sólo de que me tocaran las tetas. Otra, me quedé tan tranquila y tan indiferente, con todo y la acrobacia y las palabras obscenas. Cada hombre, cada mujer y cada circunstancia hablan de una historia aparte.

Ni en la cama ni fuera de ella es necesario tener un hijo, sembrar un árbol ni escribir un libro. Para mamadas, las que damos con la lengua.

¿Cuáles son los mejores tipos de orgasmos? ¿Cuáles de ellos llegarán en qué momento determinado? No podemos saberlo. Por eso mejor hay que abrazar la diversidad, recibir de buena gana lo que el destino nos tenga preparado y procurarse buenas experiencias.

Ah, y masturbarse. Porque el orgasmo a solas es un acto de amor propio, de la más digna intimidad.

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