El amor no se cura. Y menos para los que estamos enamorados del amor. Los que soñamos con él desde niños, desde la primera vez que vimos a alguien que nos robó un poco de nuestra esencia y nos aferramos a su rostro, a su mirada dulce que desconoce lo que sentimos, pero que eso no nos importa porque comenzamos a sentir, a pensar en el bienestar de ese alguien más, en cómo dormirá y en si nos piensa de la misma forma en que nosotros antes de acostarse, en si aprovecha cuando dejamos nuestro suéter cerca de su asiento para oler nuestro aroma, para evocarnos y encontrar un pretexto para acercarse y hablar con nosotros. Porque decir “Se te olvidó tu suéter” es una forma de confesar que lo amamos en silencio, como un acto travieso, espontáneo e inevitable, humano.
PUBLICIDAD
Como habrán leído, he sufrido de varias adicciones; he sido adicta al juego y a la tristeza, entre otras cosas, pero ninguna de mis adicciones se compara con la que mantengo hacia el amor. Y es la única que no quiero curarme, porque después de un corazón roto tengo la capacidad de volver a creer que algo llegará, porque recuerdo el aroma de esos suéteres que olía cuando era niña, adolescente, y me siento viva de nuevo.
Confío en que allá afuera, en este mundo solitario, hay alguien para mí, alguien listo para verme sonreír y para sentirse llena con esa expresión tan sutil de felicidad. Porque ser adicta al amor me hace soñar con que esa misma persona me toma de la mano y los dos callados recorremos una casa, entramos a una sala de cine, abordamos un avión o nos acostamos en la playa, frente al mar, seguros de que el futuro será menos doloroso estando juntos, porque confiamos el uno en el otro y no hay necesidad de espiarnos para saber que lo que tenemos es genuino y más fuerte que una explosión de lava.
Recomendados:
El atleta paralímpico Michel Muñoz comparte su historia rumbo a París 2024
Día de las Madres: las mejores flores que deberías regalarle el 10 de mayo y sus significados
¿Quién es Rebeca García, la “Bebé Reno” venezolana que está siendo investigada por terroríficos acosos?
Aun con el corazón lastimado, hoy les confieso que sigo creyendo en el amor, y hace unos días, mientras conducía de regreso a casa, le hablaba en voz alta a ese hombre que sé que llegará, y le contaba que había dejado ir a muchos otros que simplemente no eran para mí, y que aunque me sentía triste, estaba segura que los años solitarios y los desamores agotadores iban a valer la pena, porque en cuanto me lo encontrara a él de frente iba a saber que todo estaba bien, que él era él.
No sé si ese amor ya esté cerca y no sé si esté lista para recibirlo, pero estoy segura de que me lo merezco y de que él me merece a mí, y que cuando llegue, no habrá más dudas ni miedos, sólo una fiesta en mi cuerpo y la certeza de que siempre se puede volver a empezar.
Y mientras eso sucede, me vivo. Porque, ¿qué mejor forma de recibir el amor que empezando por amarse a uno mismo?