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Si mañana -no- se acaba el mundo…

Me sorprende como una falsa alarma de cataclismo logra tantos adeptos a ojos cerrados y por otro lado los llamados a cambiar de actitud para salvar el planeta con tiempo no conmuevan a nadie.

Todo esto del fin del mundo me tiene un poco nerviosa, tengo claro que es una pendejada y que el 22 todos los fanáticos estarán avergonzados por asegurar fehacientemente algo que no pasó ni pasará en unos buenos años más. Pero igual, no podemos negar que la atmósfera está rara, se siente cómo la masa está preocupada y tensa, además que no podían buscar peor fecha que fin de año y unos días antes de navidad donde medio mundo camina estresado por la calles con la cabeza llena de exigencias consumistas navideñas y en pleno cierre de año laboral.

Aunque no puedo negar que esta histeria colectiva me ha hecho pensar algunas cosas. Además, claramente sumado a fin de año es evidente que debía hacer algún recuento o análisis del año que ha pasado.

Debo decir que si mañana NO fuera el último día de la humanidad me gustaría que toda esta locura haya servido a las miles de personas que están pensando lo peor para reflexionar un poco sobre sus vidas. Me sorprende como una falsa alarma de cataclismo logra tantos adeptos a ojos cerrados y el llamado por ejemplo a apoyar educación de calidad y gratuita no estalla con la misma fuerza o la agonía del planeta producto de la contaminación parece no conmovernos.

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Me gustaría que esta situación fuese un detonante de nuevas personas, mucho más conscientes del mundo que los rodea en todo tipo de áreas ya sea con respeto al medioambiente, a sus pares, trabajadores eficientes que no le hagan perder el tiempo otros, conductores que respiren profundo antes de tocar la bocina 100 veces, pasajeros del metro que no quieran discutir por estupideces todas las mañanas, políticos que cumplan sus promesas al pueblo no solo a los empresarios, empresarios que respeten a sus trabajadores, naciones que no subyuguen a otras por robustecer más aún sus economías, gobiernos que respeten a las etnias nativas, entre muchos otros cambios. Espero que todo esto permita el nacimiento de una nueva raza humana que deje el odio y el egoísmo en su piel recién cambiada como lo hacen las serpientes.

Sin duda, la idea del fin del mundo debería dejarnos algo que no sea solo una mochila llena de pilas para cargar la linterna, agua en las tinas y ollas o búnkers de costos millonarios sino un poco de silencio y tranquilidad que nos haga mirar hacia dentro y nos muestre los errores que hemos cometido y que tanto daño han causado al mundo que claramente no se terminará mañana y seguirá sufriendo por nuestra culpa.

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