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Cómo detectar a un joven maltratador

La historia de amor con un maltratador comienza de manera perfecta, como en las películas: él es muy cariñoso, te cuida y quiere estar siempre contigo, perro…

Noemí García Cabezas a partir de texto original de Esther Martín Pariente

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El patriarcado no entiende de edad ni de lugar y aunque las mujeres más jóvenes actualmente viven en una sociedad que les ha permitido adquirir mayor conciencia sobre los riesgos en sus relaciones de pareja, siguen aprehendiendo roles de género y perpetuando actitudes permisivas con el machismo.

La historia de amor con un maltratador comienza de manera perfecta, como en las películas: él es muy cariñoso, te cuida y quiere estar siempre contigo. A veces te incomoda que intente controlarte, pero lo permites porque “así se comporta un hombre cuando quiere a una mujer”. Sin saber cómo ni cuándo, los momentos felices dejan paso a las discusiones y al control excesivo y cuando quieres darte cuenta, hace meses no ves ni hablas con tus amigas y amigos, usas ropa que no provoque a otros chicos y tienes relaciones sexuales aunque no te apetezca. Aparecen los insultos y luego los golpes. Y te preguntas qué has hecho para ser tratada así. No entiendes qué ha pasado ni cómo has llegado hasta ahí.

Este relato se repite entre las jóvenes más veces de las que imaginamos. En Latinoamérica, una de cada tres mujeres jóvenes es víctima de violencia por parte de su pareja, según un estudio de la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ) presentado en 2009 en Madrid. En México un 75,8% de mujeres jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 24 años, han sufrido maltrato psicológico y un 16,5% ha sido víctimas de ataques sexuales. Colombia no se queda atrás y en el año 2008, 1.597 mujeres jóvenes de entre 15 y 17 años denunciaron haber sufrido violencia de género en la pareja. En España un 12,3% de mujeres entre 18 y 29 años afirma haber sufrido alguna vez violencia machista según la última macroencuesta del Observatorio de Violencia de Género. En Chile un 20% de las mujeres jóvenes entre 15 y 29 años ha sido víctima de violencia psicológica alguna vez en sus relaciones de pareja.

Pero, ¿cómo se comportan los jóvenes maltratadores? Al igual que los adultos, no perciben el maltrato como un delito ni como una conducta reprobable, no soportan la autonomía de las mujeres, necesitan controlar a la joven y sentirla como su propiedad, se sienten víctimas de la relación y culpabilizan a su pareja de que las cosas no salgan como ellos quieren, montan escándalos en público, no reconocen sus responsabilidades ni piden disculpas, ridiculizan y humillan a su pareja comparándola con otras chicas.

Pero las jóvenes, más formadas y preparadas que sus madres o abuelas, continúan sin reaccionar ante estas agresiones. Según Pilar Pascual Pastor, psicóloga y miembro de Mujeres para la Salud, “la joven cree que vive en una sociedad que ya es igual para hombres y mujeres, en la que ella es más libre para tomar sus propias decisiones”. En su opinión, los comportamientos machistas son “más sutiles, siempre relacionados con el cuidado, el amor y la protección del chico hacia la chica y difíciles de detectar”. La chica maltratada “minimiza la gravedad de la violencia, se convence de que lo que le pasa no es tan grave y magnifica los buenos momentos. Niega y oculta la realidad a las personas cercanas, porque cree que es un problema que no sólo les incumbe a ellos dos”. De esta manera, justifica al agresor y se culpabiliza porque “considera que haciendo lo que su pareja quiere puede evitar la aparición de la violencia”.

Cualquier mujer joven puede vivir una relación de violencia en la pareja porque el factor de riesgo es ser mujer.

Entonces, ¿qué puede ayudar a detectar a un joven maltratador? Pilar Pascual nos da algunas claves:

– Es una persona tradicional en cuanto a cómo tienen que ser los hombres (fuertes y viriles) y las mujeres (sensibles y dependientes).

– Necesita sentir que tiene el control de la relación y demostrar su superioridad (en todas las decisiones sobre su pareja).

– Tiene creencias estereotipadas tanto de las mujeres como de los hombres, aunque expresa y opina más sobre las mujeres.

– Manifiesta también actitudes y comportamientos sexistas (por ejemplo, no hacer determinadas tareas adjudicadas tradicionalmente a las mujeres). En muchas ocasiones las manifiesta a través de bromas.

– Puede dar una imagen en público diferente y opuesta a la de su vida privada –tranquilo, amable, colaborador-.

– No asume la responsabilidad de su comportamiento violento, más bien la proyecta sobre la víctima o sobre sus circunstancias (conflictos con otros, falta de dinero o de trabajo…).

– Tiene dificultades para la comunicación verbal y la expresión de sentimientos, escaso autocontrol y conductas impulsivas.

Además de todo ello, los medios de comunicación, la cultura del entretenimiento y la educación reglada son también determinantes en el desarrollo de la violencia contra las mujeres.

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