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Cómo presentar a tu novia lesbiana (y no morir en el intento)

A veces la familia se resiste porque no puede con la idea de ceder a su pequeño pimpollo bebé a otra mujer o simplemente cederlo.

La primera vez que le presenté una novia a mi mamá, estaba súper nerviosa. Ni que decir de la pobre ex que estaba hiperventilando en el coche. “¿Cómo puede ser que todavía no la conozca? Dile que la invito a comer”, una frase que yo traduje como “Me urge conocer a la mujer que hizo lesbiana a mi hija y saber cuáles son sus intenciones”.

En ese entonces, mi papá no sabía que yo era lesbiana… o al menos eso era lo que yo pensaba, porque años después me lo dijo riéndose, como si se tratara de cualquier cosa. El punto es que mi papá trató divinamente a aquella novia y alucinó cuando ella comenzó a contarle historias de narcos y párrocos.

Pero no siempre se tiene buena suerte. A veces la familia se resiste porque no puede con la idea de ceder a su pequeño pimpollo bebé a otra mujer o simplemente cederlo. Como una amiga que me contó que una vez se le cruzaron los cables y se despidió de su chica con un
beso, justo en frente de su hermana. La hermana se puso a llorar a moco tendido. Después de darle ocho mil justificaciones, la hermana le dijo: “Deja de decir pendejadas. No lloro porque hayas besado a una mujer, lloro porque mi hermana menor ya coge”.

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Por alguna razón, con el pasar del tiempo, mis papás asumieron que yo me había olvidado de las mujeres —como si los pechos gloriosos de las mujeres se pudieran olvidar— y se pusieron de lo más incómodos cuando les anuncié a la que fue mi siguiente novia. Novia a la
que por cierto quería llevar a la boda de mi hermana, hermana que por cierto no sabía que su hermanita era lesbiana, pero esa es otra historia.

Antes de la boda, decidí armar una cena familiar en territorio neutral, en este caso, la casa de mi hermano. Antes incluso de eso, decidí que mis hermanos la conocieran primero. Ellos fueron amables y le preguntaron toda clase de cosas sobre su profesión. Aprovechamos
para presumir sus logros y ahí, entre tacos al pastor y olor a la fritanga, aprendí algo: a algunas personas les parece tierno que tu novia respire de tu cuello y te mire con cara de borreguito y chispitas en los ojos. A otros les parece una falta de respeto a la sociedad y algo
muy cercano al Apocalipsis. Como si esa clase de gestos fueran una gran pancarta que dijera “Aviso a la sociedad en general: estamos teniendo sexo lésbico”.

En la cena familiar, mis hermanos se encargaron de poner el ambiente de aquí-no-pasa-nada-que-no-cunda-el-pánico-porque-la-pollita-trajo-a-su-novia-lesbiana. Nosotras tranquilas y bien portadas, evitando a toda costa el contacto físico, con sonrisas nerviosas. Con todo y eso, mi papá que se la pasó callado viendo fijamente a mi ex, alzando las cejas que no tiene, como un oso a punto de destripar a un salmón.

Para impresionar a mis papás, la novia en cuestión iba a tocar un elegante instrumento musical, que por cierto olvidamos llevar. Nos escapamos un momentito de la cena y ella aprovechó para perder la calma y decirme el miedo que le causaba la mirada de mi papá.

A final de cuentas, mi ex afinó las cuerdas, tocó la canción favorita de mi mamá y se la ganó en dos segundos. Aplausos, complacencias musicales y sonrisas. Mi papá huyó de la velada con mirada de indiferencia.

“Es que seguro esa mujer está con Chumina por su dinero”, le dijo a uno de mis hermanos. Yo estallé en una carcajada porque eso fue justo lo que la mamá de mi novia anterior había dicho de mí. Lo que me hizo llegar a la conclusión de que no importa si tu novia vende tamales en la esquina o es la próxima Lady Di, tus papás siempre van a pensar lo peor de tu novia porque se preocupan por ti.

Lo que hice, cuando se presentó la ocasión, fue aprovechar una conversación para hablar de los logros profesionales de mi ex, en especial aquellos que transmitían la idea de prestigio y bienestar.

En resumen, para presentar a tu novia con tu familia y no morir en el intento, yo recomiendo:

  1.  Preparar a tu equipo de apoyo para que te ayuden a romper la tensión.
  2. Comenzar con un evento familiar íntimo.
  3. Hablar maravillas de tu novia para proyectar su valor como persona y su estabilidad.
  4. Dejar que ella se luzca con alguna gracia.
  5.  Hacerte a la virgen con ella.

La boda fue un hitazo. Mi mamá presumió el talento de mi ex con todas mis tías. Una prima quedó severamente confundida porque no entendía de dónde había salido esta amiga tan cercana de la que nunca había oído nada. Mi papá se cansó de ver feo a mi ex y al final se
puso a conversar con nosotras dos y a hacer chistes sobre mi mamá.

Yo me sentía la persona más realizada del mundo por haber ganado la batalla. Qué importaba que la tuviera que presentar como una amiga, ella estaba ahí junto a mí, compartiendo mi felicidad.

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