Aunque parezca un poco precipitado definir al personaje del año, las Pussy Riot se han robado todas las miradas de este 2012 con su rezo punk contra Vladimir Putin y posterior condena a prisiòn, la que ha sido altamente cuestionada a nivel mundial.
Y es que más allá de recibir hace unos días el premio por la paz “LennoOno” , tener su propio juego de video y ser una de las candidatas al Premio Sajarov, otorgado por el Parlamento Europeo a personas que se han distinguido por la defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión, estas chicas han logrado romper simbólicamente el muro del sistema despótico y autocrático ruso.
Vaginas que se han amotinado al ritmo del punk rock, para escupir en su letras contra la represión, la situación de las mujeres en rusia y en última instancia, contra la campaña electoral del primer ministro Putin a la presidencia de Rusia.
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Un movimiento que tomó fuerza a finales de septiembre de 2011, tras las pretensiones de Putin de volver a ser presidente de Rusia y la necesidad de movilizarse por las alamedas rusas, entusiasmar y activar al poder popular para que se manifieste contra los actos desmedidos, que a su consideración, ha promovido el Gobierno de Putin.
Desde entonces en las tierras de Chéjov, reflorecen las banderas por los derechos de la mujer y los gays, quienes mediante la música y el arte, se han atrevido a expresar su mensaje. Pulmón esencial de toda sociedad.
Agitar consciencias y visibilizar los problemas de represión en Rusia mediante el arte, mediante el punk, – que en esencia se inclina por la protesta agresiva- es el objetivo central de las Pussy Riot, quienes aunque la policía las meta en la cárcel, cinco, diez o quince miembros más se pondrán sus capuchas de colores y continuarán afilando sus guitarras contra sus símbolos de poder, porque son la voz de una auténtica contracultura, un verdadero despertar vaginal.