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Los hombres que amaban a demasiadas mujeres

No soporto a los mujeriegos

Que todos necesitamos algo para que nos recuerde que aún somos atractivos, lo entiendo. Que es difícil seguírtelo creyendo cuando llevas mucho tiempo con la misma persona, y sientes que la costumbre es la que responde, también. Pero buscar consuelo en otra falda me parece espantoso.

Una cosa son los hombres coquetos, y otra los que deliberadamente están buscando que una mujer se rinda a sus pies, sin importarles que otras ya estén ahí. Como si fuesen objetos coleccionables, como si fuesen un mero trofeo de conquista.

Solteros, comprometidos, casados, divorciados o viudos. El estado civil no es lo que importa, sino la acción egoísta de añadir una conquista más a la lista. Eso sí, si algo saben estos hombres poliamorosos es cómo tratar a una mujer, por algo tienen a más de una. Y por eso son los más peligrosos.

Estos hombres encantadores son los que parecen un príncipe azul en un mundo lleno de sapos a quienes ya te hartaste de besar. Son los que pareceran centrados, románticos, disponibles y siempre atentos. Son los hombres que le regalan un poco de su tiempo a una mujer hasta que se aseguran de que estará ahí; y entonces la emoción termina.

Son precisamente a estos tipos a quienes hay que tenerles miedo ¿Por qué? Porque enamorarse de ellos es fácil; porque la idea romántica de que tu amor es el que puede cambiarlo y hacerlo olvidar a las demás es solo eso – una idea.

No me gusta generalizar pero, he conocido tantos en tan poco tiempo, que comienzo a creer que son la mayoría. Que llegue alguien al rescate de la memoria de los verdaderos caballeros y dejen a los Don Juanes en el pasado; que de líos de faldas, llantos y decepciones no faltan las historias.

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