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Mujeres Extraordinarias: Elizabeth Taylor

La mujer encantadora -y fatal- de ojos violeta

Nació en 1932 en Londres. Su madre era británica y su padre estadounidense, y poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial toda su familia se mudó a Estados Unidos donde comenzó su carrera como actriz.

Su madre estaba consciente de la belleza de Elizabeth y por eso desde su infancia siempre insistió en que sería alguien muy importante en el espectáculo. A los 14 años, grabó una de las películas de la serie de Lassie y poco después fue escalando a papeles mayores, como el que obtuvo para la adaptación cinematográfica de Mujercitas, dirigida por Vincente Minelli.

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Sus penetrantes ojos violeta y exótica belleza junto con su innegable talento le valieron papeles en películas junto con los astros de la época: James Dean, Katharine Hepburn y Paul Newman. Desde sus inicios, su naturaleza de femme fatale la distinguió de su máxima rival, la otra diva de 20th Century Fox, Marilyn Monroe.

Elizabeth tenía dos grandes debilidades en ese entonces: los hombres y las joyas. Ambas las conservó hasta el fin de sus días. Con ocho matrimonios y numerosas historias de romances fugaces tras bambalinas, fácilmente se podría decir que Elizabeth fue la gran amante de Hollywood.

Su actuación en Cleopatra, la película más cara jamás producida hasta el año de 1963, le valió un contrato por un millón de dólares (cifra que se multiplicó por varios atrasos y fallas en la producción); la mayor suma de dinero que una actriz había recibido por una película.

Aunque esa no fue su mejor película pero sí una de las más emblemáticas; su envidiable talento la llevó a estar nominada a los premios de la Academia en cuatro ocasiones consecutivas; y ganó tres oscares a lo largo de su trayectoria como actriz, además de otros múltiples galardones.

Su vida personal, como ya mencioné, fue siempre escandalosa pero no nos vamos a concentrar en eso; lo importante de esta mujer es que aún sin buscarlo se convirtió en uno de los pilares de Hollywood y jamás renunció a sus pasiones, aunque en muchas ocasiones le haya costado más que un dolor de cabeza.

Además de los hombres y los diamantes, Elizabeth también sentía un fuerte compromiso por ayudar a la gente que más lo necesitaba, por lo que fue vocera de campañas contra el SIDA – enfermedad que uno de sus más viejos amigos contrajo, Rock Hudson. Para haber nacido en una época en que la homosexualidad era considerada, más que un tabú, una enfermedad inconcebible ella siempre fue amiga y defensora de las personas que sufrían discriminación por su preferencia sexual.

La reina Isabel II le concedió el título de Dame, el equivalente a Sir para la realeza británica. Su estilo de vestir, siempre elegante con toque ligeramente exótico, hizo que figurara siempre en las mejores y más reconocidas revistas de moda.

Una mujer de gustos caros y pasiones públicas que entendió cómo funciona Hollywood y nunca dejó que su esencia se perdiera entre los laberintos de la farándula, es una mujer extraordinaria que marcó una era dorada para las mujeres en el cine.  Murió el 23 de marzo de este año y en los próximos días sus joyas, vestidos y accesorios serán subastados por la famosa casa Christie’s.

 

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