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No más carretes fuertes para mí

Este último fin de semana, de tanto abuso de comida y bebida, quedé con la fuerte convicción de que mis días de carretear fuerte, se han acabado.

Este último fin de semana, de tanto abuso de comida y bebida, quedé con la fuerte convicción de que mis días de carretear fuerte, se han acabado.

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De chica carreteaba poco. No me daban mucho permiso para salir y era re gansa. Pero esto cambió radicalmente pasando a la media. Me empezaron a dar más permiso, sobre todo porque salía mucho con uno de mis hermanos, entonces si andábamos juntos, disminuían los temores de que algo malo nos pasara.

Como tengo puros hermanos hombres, me acostumbré a rodearme de ellos, y a disfrutar más los panoramas en donde yo era de las pocas mujeres. El problema de salir con hombres es que en general toman mucho, y por influencia o copiar, se toma a la par. Las piscolas, las cervezas, y un largo etcétera de tragos varios, todos los fines de semana, era costumbre.

Pasando a la universidad creo que para todos la cosa empeoró. Los carretes se extendieron a los días de semana, e incluso algunos partían bien temprano porque ahora el tema de las clases era responsabilidad propia y no había mucho control sobre las horas en que te levantabas, o las horas en que terminaba el día académico. Me acuerdo de mis gloriosos días en Beaucheff, viernes tipo cuatro de la tarde, empezaba el fanchop (fanta + schop) en la terraza y en eso te podías pasar rápidamente a tragos más fuertes y estar tipo ocho, bien puesto.

Con la salida de la universidad y el comienzo de la vida laboral, creo que los ánimos se calmaron para todos. Primero, el nivel de responsabilidad cambiaba porque ahora si faltabas tenías que justificarlo y si no cumplías, ya no era reprobar un ramo, sino arriesgar el puesto. Y por otro lado, con los nuevos ingresos y en algunos casos, bajos gastos, el nivel de alcohol comprado mejoraba significativamente. Por ejemplo yo ahora me regodeo cuando voy a tomar. Tomo ciertas marcas, porque me gustan y porque sé que no me van a caer tan mal como otras más baratas. Para mí es memorable cuando en cuarto medio descubrí que había un ron barato “a precio de pisco” como la gran papa… atroz de mal.

El tema es que he llegado a un punto en que aún no puedo dejar mis ganas de carretear que me siguen desde hace tanto tiempo, pero por otro, ya no tengo el ánimo ni las ganas para despertarme al otro día con dolor de cabeza y malestar general. No estoy dispuesta. Me gusta salir y me gusta tomarme algo rico, pero también me gusta estar bien, sentirme bien, aprovechar el día. No hay nada mejor que levantarse un sábado temprano y hacer montones de cosas. Y ahora que es primavera, aún mejor.

Entonces siento que le estoy diciendo adiós a los fines de semana como el 18, en donde antes lo único que se veía era asado de vidrio. Ahora me interesa tomarme algo de buena calidad, disfrutarlo, comer algo rico, y acostarme cuando de verdad me de sueño, para al otro día no estar sufriendo y pensando: “Nunca más tomo”.

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