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La incultura de la exigencia

Hay cosas que se pueden pedir por favor

Hay cosas en la vida que deben ser respetadas. Hay derechos por los cuales debe lucharse. Está bien que se manifieste, que se hagan pancartas, carteles, performances, que las redes sociales revienten porque la educación no es buena ni accesible, porque nos preocupa la legitimidad de las empresas que pretenden apropiarse de terrenos, porque hay pueblos originarios que han sido dejados de lado, por esta y muchas otras razones, hay que exigir.

En mi opinión, lamentablemente, esta cultura de la exigencia al respeto de los “derechos”, la publicidad que desde que yo soy chica dice que hay que “exigir” el cupón en la estación de bencina, “exigir” la boleta, exigir que se respeten los derechos del consumidor, exigir que a uno le vendan lo que compró, exigir, exigir, exigir. Pero, ¿se han dado cuenta que muchas de estas cosas que se exigen, podrían bien ser pedidas por favor?

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El fin de semana pasado, fui con mi pololo al persa Bío Bío. Aprovechamos de comernos un sándwich y un jugo. Estando sentados cerca del local de jugo, pudimos observar como un hombre, de muy mala manera “Exigía” que le echaran más fruta al jugo, que estaba muy aguado, diciendo lo siguiente “OIGA, ESTÁ AGUADA ESTA CUESTIÓN, ÉCHELE MÁS FRUTA” para recibir el jugo, volver a su mesa, tomar un par de sorbos y volver diciendo “OIGA, LE QUEDÓ MUY DULCE ESTA CUESTIÓN”  ¿Qué onda?

No quiero referirme a la bipolaridad de reclamar porque está aguado y luego reclamar porque está dulce, cada cuál sabe cómo maneja sus papilas gustativas. ¿Pero era necesario que lo dijera así? No entiendo cuál es el problema de no decir “Hola, sabe que el jugo está un poco aguado, ¿Es posible que le agregue más fruta por favor?” Y aunque quedara demasiado dulce, se puede decir también “Hola, sabe que yo sé que le pedí que le echara más fruta, pero al parecer quedó un poco dulce, le molestaría echarle un poco más de agua por favor?

El otro día llamaron equivocado a mi casa:

-¿Aló?

– ¿ALÓ MARY?

-No, no es Mary, ¿Quién llama?¿Con quién quiere hablar?

-¿CON QUIÉN HABLO?

Plop. ¿Qué pasó con el aló buenas tardes, habla x, podría hablar con Mary? (No, sabe qué, está equivocada, ¿qué numero marcó?) “El tantito” “Sí, efectivamente ese es el número, pero no corresponde” “Ah, disculpe, muchas gracias”.

Y así tantos ejemplos. Realmente me da mucha lata ver como la gente está tan enajenada y entiende tan mal la idea de exigir los derechos, que se pone a exigir a diestra y a siniestra –con o sin razón- pero de las formas más desagradables y ordinarias.

Aparte que hay que entender una cosas; la mayoría de vendedores, dependientes, funcionarios de todo tipo con los que nos enfrentamos a diario, realmente no tienen la culpa ni son responsables de que algo no resulte. (Recordemos el caso La Polar y las agresiones que debieron sufrir los trabajadores de la multitienda).

Claro, tampoco es culpa de uno, y es una lata cuando esgrimen el “No es mi culpa” olvidándose de que lamentablemente para ellos, representan a la empresa; ellos también podrían aplicar un poco de empatía y en vez de decir “NO ES MI CULPA”  decir, “Disculpe las molestias, lamentablemente no está en mi poder ayudarlo” ¿Es o no diferente? Pero eso de ningún modo justifica el mal trato: Lo cortés no quita lo valiente. Es que no se trata de no ser exigente, se trata de que hay formas y formas de pedir las cosas.

¿Qué opinan de esto?¿Estaremos demasiado exigentes?¿Qué nos pasa que ya no sabemos pedir las cosas?

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