De lo último para lo primero, nos enteramos que Dominique Strauss-Kahn, el ex presidente del FMI, demandará a Tristane Banon, una periodista y escritora que lo entrevistó, por calumnias. Ella lo demandó a él por intento de violación.
Antes, supimos que Strauss-Kahn había sido liberado de la prisión domiciliaria, puesto que la investigación por las acusaciones de la mucama del hotel Sofitel reveladas el pasado 15 de mayo. Ella lo acusó a él de intento de violación.
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Desde que supe de las acusaciones a Strauss-Kahn, que me plantié en un escenario de duda. No porque a priori desconfiara en las palabras de la mujer, o porque le creyera más a Strauss. No, simplemente me puse en un escenario de duda, puesto que no soy juez y una cosa es ser “acusado” y otra muy diferente, “condenado”. Presunción de inocencia se llama, y está estipulado en el artículo 11 de la declaración de derechos humanos universales.
Ni que fuera bruja cuando dije “Ojalá todo esto sea mentira” la telenovela es también radionovela, fotonovela y novela de bits; dimes, diretes, acusaciones, testimonios, demandas, desmentidos, recuerdos del pasado, intereses, dineros, cuentas, inmigraciones, llamadas telefónicas, interrogatorios, la abnegada mucama, el viejo verde, la sufrida periodista, la mujer fiel pero finalmente engañada. Sería una excelente trama para una teleserie de después de almuerzo. O para una película para televisión.
En fin, poniéndonos un poco serios, ya no parece serio –valga la redundancia- seguir elucubrando de si fue o no cierto, de si mintieron o no mintieron, de si hay o no un complot, de si es o no inocente, de si es un violador.
Pero no puedo evitar preguntarme ¿Qué pasará en el próximo capítulo?