Hace algunos meses logré convencer a la dueña de mi departamento (sí, soy arrendatario) para que me dejara instalar un sistema de calefacción a gas que si bien me resulta algo caro, me permite mantener una buena temperatura interior y así olvidar un poco el frío invierno que ayer recién comenzó en Chile.
Y una de las mejores cosas de este sistema de calefacción es que contempla radiadores en todas las habitaciones del departamento, incluido el baño. Además, tiene la ventaja de generar calor a pocos minutos de encenderse. Por lo mismo, ya no paso frío ni siquiera por las mañanas, porque antes de encender el calefont me preocupo de prender los radiadores de mi pieza y el baño. Así, mis despertares son mucho más templados –y felices- que los de inviernos anteriores.
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Es raro esto del frío y la calefacción acá en Chile. Porque claro, se entiende que si uno no tiene los recursos para calefaccionar su casa de buena manera, no queda otra que arroparse bien y tratar de pasar el menor frío posible. Sin embargo, me sorprende ir a casas y oficinas dónde sí están los recursos y aún así uno la pasa mal durantes los meses de otoño e invierno.
Peor aún, conozco gente que se niega a usar algún tipo de calefacción (o la utiliza muy poco) porque asegura que los cambios de temperatura hacen mal, que se pueden resfriar, que se les seca la garganta y un montón de otras tonteras. La verdad, me parece que poder estar en casa en la oficina con una buena temperatura, y por lo mismo con poca ropa encima, es algo de verdad placentero y cómodo.
Por todo esto, yo creo que pudiéndose hacer, hay que calefaccionar bien los espacios cerrados.