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Prohibido marchar

Las marchas de los colegios municipalizados en Valparaíso empezaron una semana antes al 21 de mayo.

Hay cosas que un niño no debería hacer. No hablo de comerse los mocos o sentarse en la falda de un cura (qué miedo). Me refiero a marchar. Sí, marchar, mar-char-mar-char, mar-char, al sonido de los tambores, con calcetines blancos, la frente en alto, cuál soldadito de plomo.

Las marchas de los colegios municipalizados en Valparaíso empezaron una semana antes al 21 de mayo. Un río de niños uniformados desfilando por Condell igual que zombies de una película de terror japonesa. No sangraban, pero parecían desangrados. Sus caras lucían pálidas y serias como sus calcetines blancos. El pelo engominado desde el alba; la mirada perdida en cualquier parte menos en las Glorias Navales.

Mi hijo AJ los miraba y me preguntaba qué estaban haciendo. Buena pregunta. Nada. Están obligados a marchar porque Chile le ganó a los peruanos en una guerra. Raro o normal, ya no sé. Como AJ sólo tiene 3 años y medio se conformó con mi respuesta y cómo no, se puso a imitar a los chicos que desfilaban. Para él era un juego, para ellos, una obligación. Otra vez, un movimiento de más o de menos revelaba lo peor de nuestro sistema de educación. Mientras en los colegios privados los niños hacen yoga en el aula, en los públicos los cuadran frente a la bandera.

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Chile siempre ha sido un país militarizado (la palabra dictadura no es política ficción) y por estos días, todos marchan desde la junta de vecinos al gabinete. ¿La pregunta es por qué tiene que hacerlo un niño? Jugar a la guerra nunca ha sido un juego lindo. ¿Por qué no glorificar otras cosas, otros valores, otras fechas, partiendo por el día medio ambiente por ejemplo, y obligar a todos los colegios de Chile a, no sé, cultivar una planta.

La agenda escolar debería evolucionar con los tiempos. Y ese niño que hoy marcha es un niño del siglo XX no del XXI.

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