Llegué a la oficina, prendí el PC, activé el Twitter y lo primero que me encuentro es la noticia de LUN sobre la mujer que se ganó el Kino y que abandonó a su pareja. Algunos de mis compañeros que sólo habían leído el título la llamaron de mil formas. A mí me llamó la atención y cuando lo leí casi me pongo a llorar.
Es que la mujer ha pasado por tantas desgracias que es un verdadero regalo del cielo ganarse el kino. Pero si a mí me pasara yo tomaría a mi gordo y me iría de viaje un par de meses. Claro que pediría permiso en la pega, porque me muero estando de vaga por la vida. Me gusta trabajar y qué mejor hacerlo por gusto que por obligación.
Nos iríamos a Europa de inmediato. A conocer París y comprar muchos regalos para todos. ¡Qué sueño no! Sin embargo, la mujer de la historia real lo único que quiere es conseguir un abogado para separarse. Encuentro terrible tener que esperar a ser millonario para poder optar a un buen abogado. La desprotección social es terrible.
Recomendados
¿Cómo explotar tu sensualidad si eres mamá o estás metida en el arquetipo de la madre?
¿Por qué la Generación Z es menos feliz al resto? Nuevo estudio muestra una preocupante situación
Un evento solidario que promueve la vida saludable y apoya la lucha contra las adicciones
Me acuerdo que cuando estaba cesante busqué pega en todos lados, y como buen periodista sin pega me fui a meter a uno de esos programas de juezas de canales nacionales. Cuando llegué me dijeron que tenía que buscar personas en las poblaciones más pobres porque ahí sería donde accederían a aparecer frente a las cámaras para contar sus problemas ya que no tenían dinero para contratar un buen abogado y que les teníamos que “vender” que nosotros los ayudaríamos a solucionar su problema.
El primer día que salí a la calle me fui a la municipalidad de San Ramón en el sector sur de Santiago -para los que no conocen la comuna- en las afueras del edificio público fui abordando a diferentes mujeres explicándoles cuál era mi pega y cómo las podía ayudar. Algunas salían corriendo y otras comenzaban a hablarme de sus vidas de terror, con esposos que llegaban ebrios a la casa y las violaban frente a sus hijos, entre muchos otros desastre familiares.
En vez de llevarlas al programa prefería acompañarlas a la comisaría a estampar una denuncia formal. Ya imaginarán cómo me fue en esa pega.