Sigo creyendo en el futuro

Cuático. El tremendo terremoto dejò la tremenda escoba en Japón, y de pasadita alertó al mundo entero de que cuando la tierra está enojada y el mar está furioso, no podemos alegarle a nadie. ¿A quién se le ocurriría hacer una protesta por la gran cantidad de terremotos que han ocurrido? Y es que no sé ustedes, pero al menos a mí me da la impresión de que ya está bueno. Cada vez que tiembla digo ¡ya poh córtala! hablándole a la vida, a Dios y a la tierra. Nunca me hacen caso.

Es como tsss ¿De nuevo terremoto?… Gran parte de nuestro país (¡puchas que es largo Chile!) tuvo que irse al cerro y que de nuevo Dichato sufrió con el tsunami. ¡De nuevo!

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No quiero sonar alarmista, pero, es que ya esto parece acabo de mundo; terremotos a cada rato fuertes, pero súper fuertes, o no tan fuertes pero que dejan la cagá. Y más encima, maremotos.  ¿Qué onda?

Pero yo creo en el futuro. No acepto la idea de que el mundo se fuese a acabar; así que sigo pensando en lo que voy a hacer mañana o en unos años más. Sigo aprovechando todos los conchitos de las cremas aunque tengo una nueva guardada, no me echo perfume a cada rato sino colonia y no tomo el auto para ir a todas partes aunque puede resultar más cómodo.

Acabo de ordenar el clóset y de planchar un vestido que usaré la semana siguiente, y no me gasto todo el sueldo porque más adelante quiero hacer otras cosas. Lo que sí estoy haciendo, es no enojarme. Así de simple. Si algo no me parece, tomarle la verdadera importancia, y luego decidir si vale o no la pena hacer algo al respecto. Con tanto remezón terminé remezando mi cabeza y mirando el presente desde otro lugar. Espero que la actitud me dure y se mantenga, porque no es fácil relajarse y no enojarse por tonteras cuando una ha sido todo el tiempo enojona. Y porque entre tanto enojarse, me cuesta acercarme a otros, disfrutar la vida y amar a los que amo.