Cuando llega el verano a este lado del mundo el calor se hace insoportable, sobre todo en la zona centro. Las tardes son terribles, no corre una gota de viento y el sol apunta directo a las personas. Realmente no se puede estar tranquilo y hay días (y noches) que ni los ventiladores, ni el aire acondicionado, ni los abanicos hechos en papel funcionan para paliar los 32º o 33º C. Por eso la mayoría de los chilenos ha recurrido alguna vez a la clásica piscina plástica para refrescarse y yo, por supuesto, estoy dentro de ese grupo.
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¿Quién no tuvo en su infancia una piscina llena de parches para que no se saliera el agua por los orificios? Junto con la misma piscina, las circunferencias de caucho pegadas con Agorex eran un clásico de los veranos. La gente hacía lo que fuera por mantener el agua dentro y funcionaba, al menos por esa temporada. Qué recuerdos se me vienen a la cabeza de solo pensar en esas imágenes, los mejores veranos de la niñez los pasé en esas piscinas con parches.
Al principio pensé comenzar esta nota hablando en pasado, como si este tipo de piscinas ya no existiera y solo formaran parte de la memoria colectiva de los 80′ y 90′, pero me contuve y escribí en presente porque están más vigentes que nunca y con modelos que no tienen nada que envidiarle a las de cemento o de fibra de vidrio.
Cuando era chica estaba la clásica que se mantenía en pie solo con el peso del agua, una redonda de piso celeste cuyas paredes eran duras y blancas con jirafas y otros animales dibujados. El problema de esas era que si pisabas mal y en lugar de meter el pie en la piscina lo hacías justo al borde de la misma, el agua se salía por todas partes y encima dejabas ese lado semi quebrado.
La siguiente en la escala de piscinas era aquella que se inflaba, aún existen, pero son más para bebés. Era todo un lío armarlas y había que tener suficiente capacidad torácica para terminar la tarea porque a veces eran bastante grandes como para hacerlo solo con la boca. Tenían el mismo problema que la anterior, si pisabas el borde inflado se salía toda el agua.
Después están las que se levantan con fierros. Esas tienen una estructura mucho más firme y son súper fáciles de armar. El tiempo que tardes dependerá del tamaño: hay unas muy pequeñas y otras enormes que fácilmente se podrían enterrar en el piso y pasar desapercibidas como una de cemento (no lo hagan, obviamente no están diseñadas para eso). Las de este tipo son las que no tienen nada que envidiarles a una “de verdad”: son tan profundas (en este caso altas) como una de cemento, tienen filtro, una escalera para entrar, se les puede agregar un bar al costado, caben perfectamente cinco adultos holgados e incluso hay espacio para un flotador de esos largos para acostarse.
Ya saben, son una excelente alternativa para capear el calor del verano y además nos recuerdan nuestra infancia ¿quién no tiene una foto de niño dentro de una de esta piscinas?