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¿Estoy casado con un demonio?

Subconscientemente, muchos hombres piensan que su mujer debe ser una bruja, un demonio o algo peor…

A menudo entre los hombres se comenta -medio en broma y medio en serio- que nuestra esposa es una bruja. No hay humorista que no haya contado un chiste mostrando al hombre oprimido y reprimido por su mujer dominante, o ese que cuenta angustiado: “Secuestraron a mi mujer, si no pago 4 millones me la devuelven!”.

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Les comento esto porque leí una noticia, una noticia de un hombre en Malasia que abandonó a su mujer y a sus hijos porque una medium de un templo le reveló que ella era un demonio que quería asesinarlo. La esposa, que se identificó como Loh, dió ayer una conferencia de prensa en Kuala Lumpur contando que su marido no quiso verla nunca más ni tampoco a sus dos hijos (pues podrían estar coludidos para el asesinato) ni volver a probar alimento de la casa pues -según la medium- venían envenenándolo cada noche durante la cena. Sacó todos los ahorros del banco (incluyendo de las cuentas de ahorro de sus hijos) y se mandó a cambiar.

El pensamiento racional occidental nos indica que creer a pie juntillas lo que diga una medium de un templo en Malasia, sobretodo si el mensaje es que estás casado con un demonio con forma de mujer, es una estupidez, pero entonces me animé a escribir esta columna, porque si lo desmenuzamos un poco, resulta que todos somos potencialmente igual de estúpidos.

Eso de referirse a la mujer como “la bruja” o “la patrona” es un lugar común donde  se esconde (y sin mucho disimulo) una noción arraigada en la mente masculina desde tiempos inmemoriales.  Está lleno de personajes mitológicos que encarnan lo que los hombres piensan de las mujeres: arpías, lamias, súcubos, sirenas, rusalkas. Monstruos que seducen al hombre bajo una forma femenina, y el hombre, inocente víctima de sus impulsos carnales, cae en la tentación y termina devorado, poseído, ahogado y cosas peores. La mitología es muy útil para adivinar a qué le tenían miedo las distintas culturas, y parece que en todas las culturas el hombre ha vivido aterrorizado de las mujeres, aterrorizado de su sexualidad de modo que necesita reprimirla, contenerla, encerrarla en cinturones de castidad o en horribles mutilaciones, o ponerle precio bajo la forma de la prostitución.

Desde ese punto de vista, la historia de la humanidad ha sido, desde el principio de los tiempos, una lucha permanente en donde el hombre abusa de su fuerza física para dominar a la mujer, a la cual teme por que ve en ella atributos que no puede superar. La maternidad, el amamantar, la capacidad multiorgásmica, el ciclo lunar de la menstruación, el adn mitocondrial. Son todos aspectos que el hombre nunca ha entendido y probablemente nunca entenderá, aspectos donde no aplica la ley del más fuerte y en los cuales no pueden competir, y la respuesta animal es someter, violentar, aplastar. Y cuando un medium le dice una estupidez tan grande como que su mujer es un demonio, el tipo va y le cree, porque muy subconscientemente intuye que su pareja es un ser que no comprende, un ser con el que no puede competir… seguramente ha de ser un demonio, nos dice el orgullo animal masculino.

Algunos pueden pensar que estoy exagerando al generalizar a partir de un caso que puede ser anecdótico y sintomático de: a) una cultura que no entendemos, como la de Malasia y b) los tiempos que corren en donde nadie sabe qué creer. Sin embargo puedo asegurarles que lo que ocurrió no es algo nuevo ni propio de aquel país. El sofista griego Filóstrato de Atenas, que vivió en el siglo II d.C., escribió entre muchas otras obras la “Vida de Apolonio de Tiana”. Las aventuras de un filósofo itinerante, por decirlo de alguna manera. En ese libro hay un episodio en donde el muy sabio Apolonio de Tiana es invitado a una boda. En esa boda contraerían matrimonio su joven alumno Menipo con una misteriosa mujer que había conocido en Corinto, de la cual se enamoró perdidamente y decidió llevarla al altar después de pocos días de pololeo (es una licencia poética, los griegos no se casaban en un altar y no se pedía pololeo, pero creo que se entiende el concepto). Cuando el cura preguntó si alguien se oponía al matrimonio (otra licencia poética) el sabio Apolonio le dijo a su alumno: “Estás abrazando a una serpiente”.

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Con su buen ojo, Apolonio se había dado cuenta de que la novia era en realidad una Lamia que había adoptado una apariencia humana, y ésta acabó confesando que había seducido a Menipo para beber su sangre y luego devorarlo. La historia no cuenta si eso invalidó el matrimonio, si se casaron con separación de bienes, ni tampoco por qué era necesario casarse con un hombre para devorarlo, que yo sepa las Lamias no necesitan libreta para devorar a su presa. Pero nada de eso importa. Lo que importa es que esa historia se escribió hace 18 siglos y ya en esa época era vieja (Filóstrato sólo debe haber escrito una leyenda transmitida oralmente). De modo que tanto en esa época como ahora, tanto en Grecia como en Malasia, hay hombres dispuestos a creer que su mujer es, en realidad, un demonio. Un demonio que los seduce con su sensualidad cuando están de novios, y luego lo atormenta con su verdadera apariencia cuando ya están casados.

El gobierno de Malasia se manifestó preocupado por la historia de este hombre y la situación en que quedó su esposa Loh. Al parecer, últimamente se ha vuelto un problema de salud pública la costumbre del pueblo de acudir a mediums y sanadores espirituales chanta que les sacan plata y les dan consejos completamente absurdos. Tanto es así, que están pensando emitir una ley que obligue a los sanadores y mediums a “acreditarse” en el ministerio de salud.

El problema es que la acreditación de los charlatanes no ataca el problema de fondo. El problema de fondo es que todos tienen una tendencia a creer lo que quieren creer, a abrazar la versión de la realidad que más les acomode en vez de la más racional, y mientras el hombre viva sintiéndose superado por los misterios del género fenemino, seguirá existiendo toda la gama de reacciones subconscientes para defenderse de ese temor. Desde chistes machistas a femicidios, pasando por maltrato familiar o mujeres abandonadas por el consejo de una medium o de Apolonio de Tiana.

En mi condición de hombre yo creo que soy parte del problema, pero me gustaría ser parte de la solución, y para ello, humildemente, les cuento cómo lo he manejado en mi vida luego de mil tropiezos y experimentos fallidos. Para mí las mujeres, en mi vida, han sido siempre un gran misterio. Fuente de sentimientos extremos, de mis más grandes alegrías y mis mayores tristezas. Nunca entendí a mis novias, pese a que siempre lo intenté. Y creo que entiendo menos a mi esposa hoy que lo que la entendía hace 10 años, pero hace tiempo tomé la decisión de que no debía intentar entenderla ni dominarla.  Por el contrario, es el deseo enfermizo de entender y dominar lo que lleva a tacharlas de demonio, lamia o bruja. Mi primer paso es aceptar que no puedo entender en toda su dimensión lo que es ser una mujer, que no me corresponde entender ni dominar, sino acompañar y apoyar. Tal vez si todos los hombres enfrentáramos la evidente inferioridad emocional que tenemos frente a las mujeres con un poquito más de humildad, la historia de la humanidad hubiese sido muy distinta.

Link: Malaysian man dumps wife for being a demon (Antara News)

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