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Un show que no acabará pronto

Javier Ramos y su visión sobre el rescate de los mineros.

Anoche, como tantos chilenos, me quedé pegado a la televisión hasta tarde. Reconozco que durante las últimas semanas había preferido informarme de lo que pasaba con los mineros atrapados en la Mina San José desde el pasado 5 de agosto a través de los diarios, porque en la televisión veía mucho discurso adornado, música incidental y horas de mero relleno en las afueras de la mina.

Sin embargo, anoche la presión era inmensa. Desde la tarde en mi oficina y luego en el trayecto hacia mi casa me topé con muchas personas que apuraban el tranco porque querían llegar a sus hogares a prender la televisión y seguir –minuto a minuto- este rescate. Y claro, en cuanto puse un pié en mi departamento, lo primero que hice fue prender la televisión.

Hasta casi la medianoche, los canales (chilenos y extranjeros) solo anunciaban lo que pasaría sin entregar –de verdad- mucha información útil. Luego, cuando vino el primer minero rescatado, la cosa cambió. Las palabras de reporteros y conductores se hicieron aún más prescindibles que lo que ha sido durante estas últimas semanas. Porque las imágenes del rescate, de la cápsula emergiendo del suelo y de cada minero saliendo con esos trajes extraños y sus gafas especiales… Todo eso es lo suficientemente potentes para graficar lo que pasa ahí. Cualquier otro agregado simplemente sobra.

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Así, fui viendo cómo salieron los tres o cuatro primeros mineros desde la mina. No tengo demasiado claro a cuántos vi, porque a medida que la noche avanzaba el sueño me vencía cada vez más. Al final me quedé dormido con la televisión encendida. Eso sí, desperté un par de veces durante la noche y aproveché de ver cómo seguía todo. Por la mañana, mientras me preparaba para salir al trabajo, el minero más longevo del grupo –Mario Gómez- emergía con luz de día. El hecho era similar a los anteriores, pero el escenario mucho más claro, lo hacía aún más espectacular.
A medida que avanza el día, sigue el rescate –hasta aquí- con pleno éxito. Todo el mundo habla de lo mismo.

De emoción y de júbilo por lo sucedido y trata de seguirlo como sea. Por la radio, internet, televisión o simplemente el boca a boca. Pero también hay críticas, y no pocas, por la cobertura que los medios han hecho de todo este asunto. Y sí, mucha razón tienen. Sin embargo, más allá de eso, lo que a mí realmente me llama la atención es el otro show, el que el gobierno ha montado en torno al rescate de los mineros. ¿De qué hablo? De la verdadera comisión de pórtico que se ha montado para recibir a cada uno de los mineros. De la esposa del Presidente, haciendo vaya a saber uno qué ahí. Del hermano del presidente, El Negro, que también hizo su aparición ayer por el lugar. De los guitarreos, de las invocaciones a Dios y de cuánta cosa más. No critico el rescate, que ha sido impecable, pero créanme que se vería mejor con un poco menos de papel picado y luces.

Así las cosas, acá claramente el show corre por cuenta de varios. Ojalá, a pesar de todo esto, el rescate termine bien y –lo más importante- los mineros también. Porque de aquí en más, todos los que están a cargo del show los querrán tener a ellos en el centro del escenario. Ojalá puedan aguantar eso, que en una de esas, resulta tan jodido como estar atrapado en una mina a más de 600 metros de profundidad.

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