-Las mujeres, generalmente, nos definimos de acuerdo a nuestra pareja. Es una lástima, deberíamos ser más independientes, pero irremediablemente caemos en sus redes y si a él le gusta un equipo y a ti el contrario, vas a terminar animando al de él sólo porque estás enamorada. O si tu hombre es amante de la fotografía, al final te haces experta en cámaras e imágenes para tener tema en común. Lo mismo con su estilo musical, el cine que ve, el tipo de series, la ropa, etc. Para que la realidad no te deprima (o te deprima menos), fíjate mejor en los otros hombres de tu vida. Él no es el único, ni el último.
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Tu papá, el primero que se fijó en ti y te dijo lo linda que eres, el que te sube el ánimo cada vez que te ve triste, tu molde para la elección de hombres (aun que no lo quieras y lo niegues). Todo bien, se presenta como el mejor en tu vida porque es el único que te ama y te amará por siempre, hasta que se transforma en el primero en romperte el corazón cuando comprendes que está ocupado ¡con tu mamá!
Tu mejor amigo, gay claro (porque un gran, gran amigo, por muy bueno que sea, en el fondo quiere algo más). Es al único al que le puedes contar todo, todo, todo sobre ti. Te conoce perfectamente, sabe qué te haría feliz, pero por mucho que te “ame” no pueden estar juntos porque tienen los mismos gustos. También te define, te hace ver el mundo de otra manera: la visión masculina de lo femenino.
El primer amor, ese que te mostró qué era sufrir y no tuvo reparos en romperte el corazón y encima dejarte pendiente de él por siglos. Su fantasma aparece en tu vida cada vez que sientes pena, cuando te va mal en el trabajo, cuando tu actual relación empieza a decaer. Le echas la culpa de tu visión sobre los hombres: “todos son como este tipo”.
El profe, lindo, por supuesto. Ese que llegaba a la sala con toda su masculinidad y juventud y te dejaba pendiente de la clase (de él) durante 45 minutos. Según Freud, es la prolongación de la imagen paterna. En el colegio no es tan terrible porque siempre quedará como el amor platónico, pero el de la universidad podría ser un problema.
Tu hijo, hombre. Tú eres el amor de su vida. Te aprovechas de la situación: te dejas llevar por sus gracias, le permites dormir contigo y comprarle los dulces que quiera. Eres la única para la que tiene ojos hasta que aparece otra. Esa que te rompe el corazón a ti por quitártelo y a la que matarías cuando lo hace sufrir.