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Alicia salta del libro a la pantalla ¿Será que Hollywood nos dice qué leer?

Que duda cabe: la nueva película de Tim Burton “Alicia en el país de las maravillas” será un exitazo de taquilla. Hay varios elementos en juego: qué Burton es un genio del celuloide, qué Hollywood si sabe como marketear una nueva película, qué el elenco es estupendo, qué el vestuario y el maquillaje son espectaculares. Todas son buenas razones, juntas son dinamita.

Una niña enfrentada a una encrucijada: seguir siendo la nerd pelolais con delantal blanco, o ser una niña power que se la juega en una aventura increíble. Por supuesto la niña supera sus temores tomándose el misterioso brebaje de una tentadora botellita, cuya etiqueta reza “bébeme”. Los hermanos Wachowski hacen un feroz guiño a esta parte del cuento en una de sus películas Matrix ¿Quién no recuerda la escena de la encrucijada de Neo ante la decisión de escoger entre la píldora azul o roja ?

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Lewis Carroll tardó 3 años en escribirla, y en 1865 se editó la primera tirada de la cual sólo quedan 23 ejemplares en el mundo. Estos detallitos dan más sabor a una historia que es muy entretenida. Pero ¿porqué es Hollywood el encargado de recordarnos, 145 años después, que las aventuras de Alicia son espectaculares?. Hay miles de razones, pero prefiero dedicar mi tiempo a pensar en todas las buenas historias que andan dando vueltas por ahí, esperando que las descubramos antes que el creativo de turno.

Lo mismo pasó con “Las crónicas de Narnia” escrita por C. S. Lewis entre 1949 y 1955. La tierra de Narnia y sus personajes mágicos dejaron marcando ocupado a muchos. Y si sigo en esa línea, es imposible no recordar “El señor de los Anillos”. En 1954 Tolkien logró que se editara la primera parte de la saga, en 1960 se editó en español por primera vez, y en 1993 esa edición salió publicada en un solo volumen. Pero algunos tuvieron que esperar ocho años más para conocerla, hasta que Peter Jackson la estrenó en pantalla gigante el 2001. Muchos hemos disfrutado viendo esas películas, y muchos hemos tenido ganas de leer o re leer el libro tan pronto salimos del cine, inspirados. Bien lo saben las casas editoras, que se iluminan y se les ocurre publicar versiones de lujo de estas obras, justo después de los estrenos en la pantalla gigante.

La otra vereda exhibe casos de edición-producción cinematográfica express: Stephannie Mayer escribió “Crepúsculo” el 2005. En poco tiempo la novela se había traducido a 37 idiomas y había vendido más de 25 millones de ejemplares. Tres años después ya filmaban la película, y hordas de aspirantes a vampiros adolescentes llenaban las salas de los cines. Caso aparte es el fenómeno de “Harry Potter”. Este mago juvenil, nacido de la imaginación de la escritora británica J.R. Rowling hizo leer a millones de niños –y no tan niños- en el mundo. Las estimaciones de ventas mundiales de la primera parte de la saga hablan de más de 110 millones de ejemplares vendidos… y eso no es magia.

El tema da para mucho, ¿Qué pasa con las versiones fílmicas que no se parecen en nada a las historias originales de los libros? ¿Nos importa eso? ¿Qué pasa con los derechos de autor? ¿Qué es lo que se considera una adaptación cinematográfica?. Hay tantas interrogantes como casos, y hay cientos de películas basadas en libros. Tanto así, que el periódico británico The Guardian publicó el 2006 la lista de las mejores 50 adaptaciones .

Es un hecho que hay un mundo infinito de historias, cuentos, novelas y leyendas. Nosotros somos los directores cuando las leemos. Vale la pena creer en nuestras interpretaciones, nuestras subjetividades y nuestros rollos personales. Bienvenidas sean si nos ayudan a dibujar mentalmente las historias, a inventar versiones privadas de Narnia , de la Tierra Media del reino del Nunca Jamás o del Mundo de Oz.

No me malentiendan, amo el cine: soy de las que se acuesta a ver tres películas al hilo en las tardes invernales, arropada hasta el cuello. Pero a veces, también, prefiero contarme mis propios cuentos. Claro que si empiezo a compararme con el director Tim Burton, claramente salgo perdiendo…o al menos eso es lo que dicen las ventas de taquilla del cine.

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