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Me gusta la música cebolla ¿Y qué?

Se que muchas me odiarán pero otras se identificarán en secreto. No importa yo doy la cara por todas.

Amigos y amigas debo confesar que soy fanática de la música cebolla, dícese de temas de amor o canciones que hacen lagrimar hasta que se te secan los ojos.

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Desde pequeña mi papá y mi familia en general me inculcaron varios intérpretes Latinoamericanos que quedaron marcados a fuego en mi memoria y gustos. Hoy los sigo escuchando a mucha honra y si ando sensible me llegan más profundo en el alma y hasta lloro sola con un cigarro en la mano y en la otra una cerveza.

Cuando era escolar, mis compañeras (estudié en un colegio de monjas o mujeres religiosas consagradas a la iglesia) me preguntaban que cómo me podía gustar Camilo Sesto. -¡Qué se yo! Me gustan no más, son lindas las canciones, como historias. Me gustan las historias, respondía.

Luego en la Universidad, mis amigas me tachaban de poblacional por amar los tangos, a Chavela Vargas y Zalo Reyes.

Pero qué les puedo decir, me gustan las historias y la música cebolla tiene las mejores. No me pueden negar que un ramito de violetas de Zalo Reyes es la tremenda historia. “¡Desde hace ya más de tres años recibe cartas de un extraño, cartas llenas de poesía que le han devuelto la alegría!” y después te enteras que su amante secreto era su esposo mal genio que no sabía cómo expresarle su amor ¡Es que no! te juro que me da pena.

Con el tiempo he descubierto distintos intérpretes que me roban el corazón y me remontan a momentos que quizás nunca he vivido pero con la imaginación logro transportarme a escenas fantásticas porteñas, oscuras y me convierto en una mujer perdida de la noche, caminando por las calles. Tal vez tengo mucha imaginación, pero me encanta pasarme rollos y dirigir una película en mi mente. Obviamente por eso me gusta tanto el trabajo del maestro Almodóvar ¡Ídolo!

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Les dejo una selección de mis canciones cebollentas preferidas:

¡Grande Almodovar!

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