
Un par de queridos amigos han decidido casarse con sus respectivas parejas durante los próximos meses. Y como la planificación de los eventos es ya un tema recurrente, me di cuenta de una tendencia en la que no había reparado: el matrimonio sólo por el civil.
Seguramente por la disminución de los fieles que la Iglesia Católica ha experimentado en las últimas décadas, son muchos los novios que están optando por no realizar ceremonia religiosa. No es la mayoría, pero definitivamente creo que están en aumento.
Y es que antes el matrimonio por el civil era un trámite. Un par de testigos, una cena intima y sencilla con la familia nuclear, una tenida bonita (pero no despampanante) y listo. Ahora, en cambio, las novias que se casan sólo por el civil pueden usar hasta velo y cola; hacen mega fiesta; invitan a cientos de personas sin ningún problema, y realizan los mismos ritos de siempre, si es que así lo quieren.
Me encanta que así sea, porque al fin y al cabo se supone que va a ser el día más feliz de la vida y tiene que ser fiel reflejo de los novios.