¿Por qué no hablamos de los fetiches sexuales?

“Tengo un fetiche, pero es secreto, lo guardo para mí”. Apuesto que de todas las personas que están a tu alrededor caminando por la calle en este momento, más de una tiene un fetiche sexual.

Para hablar de este tema, primero tenemos que definir qué es. Los fetiches sexuales son devociones o preferencias específicas por cierto tipo de objetos, comportamientos, partes del cuerpo o formas de vestir, que producen excitación.

Un simple ejercicio nos ayudará a darnos cuenta de que los fetiches sexuales todavía son considerados como algo tabú o secreto. Si estás en el computador, abre una pestaña de Google, escribe “fetiche sexual” en el buscador y observa los resultados que aparecen.

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¿Cuántas veces leíste la palabra “raro o extraño” antes o después de la frase “fetiche sexual”? Aunque muchas personas tengan fetiches, la sociedad los reniega, los cataloga de “raros o extraños”, incluso de “pervertidos o desviados”.

Si una persona tiene un fetiche y su pareja lo sabe y lo acepta, no hay ninguna diferencia con lo que hace otra pareja que no tiene fetiches. Las dos parejas disfrutan del sexo y del placer, quizás las vías de excitación sean distintas, pero todos quieren lo mismo: orgasmos y clímax.

Mientras el fetiche de una persona no ponga en riesgo a otra, ¿qué tiene de malo reconocer que tienes una fijación con los pies o que te excitan los hombres disfrazados de vampiro?

¿Por qué tenemos la capacidad de hablar abiertamente de una novela erótica como Cincuenta Sombras de Grey, en la que se muestra a un hombre que tiene fetiches con látigos y cadenas, pero miramos raro a alguien que conocemos cuando nos dice que tiene fetiches sexuales?

Cuando dejemos de catalogar de “raros o extraños” los gustos sexuales de otras personas, quizás podamos empezar a respetar las distintas formas en que el ser humano puede y quiere disfrutar su sexualidad.