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Lecciones de vida: cuando dejas de ser una “party girl”

Ahora tu lado salvaje deja de desvelarse y empieza a saborear los retos de la vida.

De todos los parteaguas de mi vida, mi favorito fue el que sucedió cuando dejé de ser universitaria y me empujaron a la vida real; a la de “no te gastes todo en ropa nueva”, la de “no tengo dinero para salir”, a la de “necesito descansar este fin de semana” y la de “ya no me desvelo”.

Ya sé, ya sé, seguramente piensas que soy una abuela, igual que algunos amigos que no dejaron de criticarme porque ya no salía 3 días a la semana, ya prefería una buena copa que una buena borrachera, un domingo de pijama y películas en lugar de un domingo de cruda y mil veces reuniones en casa en lugar de colarme en las fiestas.

Lo mejor que pudo sucederme fue dejar atrás el montón de anécdotas y aventuras con los chicos de la universidad (las cuales conservo muy bien) y abrir mis ojos al nuevo mundo, al mundo de la mujer adulta. En ese momento me di cuenta que la letanía sobre tener un sueño y hacerlo realidad tenía que empezar ya.

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Al inicio entré en pánico. No supe por dónde empezar ni hacia dónde caminar, de repente quise quedarme ahí parada por un buen rato hasta sentirme segura de hacer algo nuevo. El verdadero conflicto era reordenar mis prioridades, entender que ya no era la adolescente que sólo tenía una responsabilidad en la vida.

Mi lado salvaje siempre lo concebí como el despreocupado, el cínico y rebelde. De alguna manera tenía que ponerlo en reposo hasta que se transformara en energía suficiente para vencer obstáculos, enfrentar retos, ir por más.

De una manera más práctica, dejar de ser la chica “party-all-night-long” para nada representó amargarme la vida y quedarme encerrada en mi casa para siempre. Pero sí me hizo descubrir nuevas fortalezas y necesidades:

  1. Las citas tomaron un significado distinto: ya no quieres andar con el más guapo o el más popular. Lo que más deseas en esta etapa, es un hombre tranquilo, en paz y feliz, que no represente una angustia si no te llama o si no pudiste verlo un día porque estuviste demasiado ocupada.
  2. Te preocupas más por guardar tu dinero que por gastarlo.
  3. Entendí el valor del tiempo y ese pésimo hábito de sacarlo todo a última hora, desapareció. Ahora planear y organizar es prioritario.
  4. Descubres que te la pasas mejor cuando realmente disfrutas la noche y no cuando actúas como desesperada queriendo probar todos los shots del bar.
  5. Pierdes el miedo de salir de tu zona de confort y de conocer gente nueva. Esto es increíble porque, créemelo, cuando tienes esta catarsis, muy poca gente lo tolera e incluso tus amigos más allegados no entienden lo que te está pasando y se alejan. Esto te da una oportunidad increíble de hacer amigos nuevos.
  6. Ahora te conocen por lo que haces y no por lo que hiciste…la noche anterior.

Qué sensación tan distinta y satisfactoria cuando sabes que estás tomándolo con calma, cuando la vida se desacelera para tener mayor claridad sobre lo que viene.

No significa que te estás haciendo vieja, es sólo que ahora prefieres explorar lo que verdaderamente te acerca a la persona que quieres ser y eres consciente de que cada decisión que tomas te ayuda o perjudica.

Pero si me dejas darte un consejo, siempre ten los tacones y el vestido a la mano porque ahora las noches son mucho mejores.

😉

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