Saber que estás atrasado y que no puedes hacer nada al respecto, puede ser muy frustrante. Pero, aunque en ese minuto de desesperación probablemente estés pensando en las consecuencias de tu atraso y no en las razones de por qué lo estás, deberías prestar más atención a ellas.
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Todos tenemos algún amigo, pariente o conocido que siempre, siempre, llega tarde a todas partes. ¿Podemos ser o convertirnos en un atrasado crónico? Aunque este concepto suene extraño, es perfectamente posible.
Es cosa de observar la rutina de algunas personas y darse cuenta de que, a pesar de que están conscientes de que llegarán tarde a un lugar, hay algo, una especie de traba que mágicamente los aleja de su objetivo: llegar a la hora.
Tal como describe un artículo publicado hace unos meses en el sitio Psychology Today, hay algunas razones que explican esta tardanza continua y permanente.
Así como existen personas que odian llegan tarde y siempre son puntuales, también hay personas que odian llegan temprano y por eso se atrasan. Por más obvio que parezca, las personas atrasadas muchas veces tienen la intención de llegar a la hora, pero justo a la hora.
Como hay muchos factores que intervienen en la posibilidad de llegar justo a la hora, aquellos que quieren llegar a esa hora determinada creen que pueden controlar estos factores, pero esto no es del todo posible.

Podemos hacer algunas estimaciones basándonos en nuestra experiencia con el tráfico o en lo que tardamos usando el transporte público, el auto o la bicicleta, pero nunca tendremos la certeza del tiempo exacto, con segundos, centésimas y milésimas.
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Muchas de las personas que siempre llegan tarde lo hacen porque piensan que llegar antes es un desperdicio de tiempo. Prefieren llegar justo a tiempo y hacer lo que tienen que hacer en el momento correcto, en vez de tener que esperar un “tiempo muerto” para ponerse a trabajar.
Llegar a la hora implica hacer modificaciones en la rutina, sacrificar algunos tiempos extra que nos damos para hacer las cosas, y eso no es fácil. Los atrasos también pueden tener que ver con una intransigencia o mala voluntad para cambiar las costumbres.
Una mala autoestima puede convertir a una persona en un atrasado crónico. Si la imagen propia es mala, esa persona considerará que no importa si los demás piensan algo malo de ella por llegar siempre tarde, porque ya sabe o piensa que es una mala persona.
Si eres un atrasado crónico pero quieres dejar de serlo, puedes hacer pequeños cambios en tu rutina que te ayudarán a conseguir tu objetivo. Si te valoras, valoras tu tiempo y te gusta tener una buena imagen de ti mismo, le darás más importancia a la puntualidad.