Hoy colapsé con un terrible dolor de cabeza a mediodía. De repente sentí una enorme necesidad inusual de estar en un lugar en medio de la nada y en completo silencio.
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Cuando llegué a mi casa y pude –por fin—asimilar que estaba sola, me pregunté por qué no puedo estar en silencio, ¿por qué a veces me siento tan mal e incompleta si no escucho el ruido de fondo, una voz conocida, la música o la televisión?
Me da la impresión de que siempre estoy buscando el consuelo del ruido exterior, quizá para no escuchar el mío. Pero hoy que me acosté en la cama y me quité los zapatos, sentí un alivio único muy cercano a lo que se siente cuando estás en tu lugar favorito.
Había un silencio poderoso pero se sentía como risitas en mi interior. Por primera vez en días volví a sentirme en paz. Qué rico se siente empezar algo y no ser interrumpida por lo demás.
Poder llegar a un lugar, recargarte, soltar el aire y cerrar los ojos, es una oportunidad única de seguirle la corriente a la indiferencia, no porque deje de importarte lo que suceda, sino porque te das cuenta de lo mucho que has descuidado esos momentos en donde tu mente y cuerpo suplican un “tiempo fuera”.
De pronto, estar tan ocupada ya no es una opción y lo único que importa es el abrazo que el silencio quiere darte.
Regalarte un minuto aislada de toda la barahúnda puede significar el inicio de algo importante, una respuesta, una revelación. Y aunque requiere práctica, basta con experimentarlo una vez, quizá sin querer, para empezar a necesitarlo.
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¿Por qué lo subestimamos? ¿Por qué pensamos en él como la condena de nuestra soledad?
Si cada vez que lo encontramos se abren caminos a reflexiones épicas sobre la vida y nosotros mismos, ¿por qué debe traer suspenso consigo?
De vez en cuando deberíamos ir con él a los lugares que nos dan miedo, a las dudas y las inseguridades. Y cada que nos invada el ruido de lo incontrolable o inesperado, cada que nos tropecemos con la palabrería y las ofensas, hagamos uso del silencio y su poder para encontrar sabiduría, conectarnos con la profundidad y perder el miedo a estar solos.
Gracias por ser, estar y compartir.